El 14 de mayo de 1896 se realizaba la primera proyección pública de cine en España (el día anterior hubo una proyección privada para unos pocos privilegiados). Fue en Madrid, cerca del Congreso de los diputados, y a pesar de costar el billete la nada despreciable cantidad de entre una y dos pesetas, el medio centenar de sillas que componían la sala se llenó. Y siguió haciéndolo durante las veinte sesiones diarias que se ofrecieron hasta junio.

Después bajaron los precios, hasta alcanzar en toda España la ya asequible cantidad de 15 céntimos (de peseta) por cada sesión de 15 minutos. El cine se convertiría pronto en la diversión de la clase modesta por excelencia, y el lugar donde soñar despiertos, en la oscuridad y en secreta comunión con centenares de espectadores desconocidos asombrados a la gran ventana a la fantasía que es la pantalla. 125 años, y las películas, con las historias que transmiten, siguen enamorando -ahora desde soportes diversos- a millones de espectadores de todo el mundo.