Hace justamente 48 años, en 1973, el primer largometraje de un joven director, ganaba la concha de plata del festival de San Sebastián entre pitos y abucheos de una parte del público, y la rendida admiración de otra. El director se llamaba Victor Erice, y la película “El espíritu de la colmena”.

Hoy se presenta sin duda como una obra maestra de nuestro cine, probablemente la película más cercana a la poesía que exista en nuestro cine, una lírica e intensa mirada al mundo de la infancia a través de unos ojos inmensos, profundos y hermosos, los de una niña de seis años que despierta a la vida, al amor, al cine y a los miedos interpretada por una Ana Torrent en estado de gracia a la que acompañan la también niña Isabel Tellería, Fernando Fernán Gómez y Teresa Gimpera en el papel de los padres.

El film, realizado en los últimos momentos del franquismo, retrata los primeros momentos de ese régimen. Ambientado en 1940, y lo hace con la historia de una niña obsesionada con el mito de Frankenstein y atemorizada por la película que acaba de ver en un precario cine en su pequeño pueblo castellano. Las oníricas imágenes de las vías, la historia del maquis herido o esa secuencia de la pequeña y el monstruo, tan bella y cargada de simbolismo, son poesía. De hecho, el filme es tanto cine como poesía, una historia plena de belleza contemplada a través de los ojos electrizantes, casi mágicos de una niña que comienza a la vida.