Paula es la mamá de Teo, un niño de 9 años al que le apasionan los animales. Teo es hijo único, pero, antes de la pandemia, pasaba casi todos los días en compañía de sus primos ya que viven cerca y solían jugar juntos en el parque hasta quedar agotados y llenos de barro. Escalar un árbol, jugar al escondite, recoger flores o perseguir a un saltamontes eran algunas de sus actividades favoritas.

La cosa cambió cuando tuvieron que dejar de ir al cole, los parques cerraron y Teo empezó a pasar más tiempo solo, en casa. Seguir las clases online, hacer los deberes y ver la tele pasaron a ocupar las tardes del pequeño. Después del primer mes de confinamiento, Paula notaba que Teo pasaba cada vez más horas frente al ordenador, la tele o la tablet, que usa para ver vídeos que le gustan en YouTube.

¿A qué actividades les prestamos más atención?

Le costaba sentarse y concentrarse en sus libros y ya no proponía jugar a juegos de mesa antes de cenar. Desde entonces, Paula ha marcado unos límites en casa y ha intentado que Teo deje las pantallas en un segundo plano para volver a las actividades que antes tanto disfrutaba: “Como ahora ya puede hacer actividades extraescolares, está aprendiendo a jugar al baloncesto con sus compañeros del cole”, nos cuenta Paula, “cuando van al parque, a veces me pide llevar la tablet, pero le he explicado que no es el momento ni el lugar para eso”. 

La preocupación de Paula volvió a aumentar cuando escuchó uno de los vídeos que estaba viendo Teo en YouTube: el audio era raro, iba a mucha velocidad. “Sí, mama, lo he puesto a doble velocidad para que vaya más rápido y así acaba antes”.

Y es que, la mayoría de redes sociales, aplicaciones de vídeos y plataformas de películas y series permiten la opción de aumentar la velocidad del vídeo para que dure menos. Ya no es solamente que quieran usar mucho las pantallas, es que quieren hacerlo lo más rápido posible. Ante esto, debemos reflexionar y hablar con ellos.

Catherine L’Ecuyer, investigadora y divulgadora en el campo de la educación, nos explica que estas tendencias son peligrosas para el bienestar de nuestros hijos. Su necesidad de inmediatez y de “tenerlo todo ya”, sin esperas, puede tener varias causas. Por una parte, la falta de tiempo libre o de tiempo de calidad en familia y, por otra parte, “que ya no somos capaces de aguantar la lentitud”, como dice Catherine.

El mundo de las pantallas va a otra velocidad

Esto nos ocurre también a los adultos, por eso debemos estar alerta e intentar educar en nuestros hijos e hijas las habilidades de la atención y la paciencia. Sobre todo, intentemos hacer que el mundo de tres dimensiones, el mundo real, sea más atractivo para ellos que el mundo de lo virtual.

Tal y como hizo Paula, es importante fomentar actividades que no estén relacionadas con las pantallas y que les permitan valorar el pasar tiempo con amigos, al aire libre, fomentando la creatividad o practicando algún deporte que les guste. El objetivo es establecer un equilibrio para que, dentro de su tiempo de ocio, no todo sean las pantallas y su inmediatez. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo le dedicas a leer un libro con tu hijo? Inculcar pequeñas rutinas, como puede ser la lectura, nos ayudará a centrar su atención y trabajar su paciencia. Si te gustaría que tu hijo dedique más tiempo a la lectura, échale un vistazo a este articulo con consejos y recomendaciones adaptadas.

Acompáñales en un uso más sano de las tecnologías

En palabras del filósofo y experto en pensamiento crítico, José Carlos Ruiz: “La sobreestimulación a la que los sometemos no deja tiempo para el reposo. Si queremos que su pensamiento crítico se vaya asentando es importante implementar rutinas de pensamiento con ellos de cara a que analicen y centren su atención en los temas que envuelven su cotidianeidad”. 

El reducir el tiempo que pasan frente a las pantallas no quiere decir que les neguemos una actividad, sino que controlemos el uso que hacen de estas tecnologías. Una idea que nos ofrece José Carlos Ruiz es que, si van a ver un vídeo o una serie, propongas un “cineforum casero”, un “debate sobre esta serie” o, simplemente, una conversación acerca de los personajes del videojuego al que están jugando. 

Como nos decía la psiquiatra Marian Rojas en el programa 'La educación importa para aprovechar inteligentemente la tecnología', no podemos permitir que “el mundo real aburra a nuestros hijos por la cantidad de estímulos que reciben de las tecnologías”. 

A continuación, os dejamos 5 ideas para aumentar el tiempo de calidad en familia y alejarles de la inmediatez: 

1.     Establece un horario en el que no se usarán los móviles ni la televisión. Igual que hay una rutina para sentarse a comer, puedes crear una rutina para jugar en familia o charlar.

2.     Realiza actividades al aire libre y enséñale juegos que se disfrutan más fuera de casa: brilé, saltar a la comba, gymkana, andar en bici, el juego del pañuelo…

3.     Leed un cuento antes de dormir. Una historia breve, un capítulo de un libro…todo es bueno para fomentar su gusto por la lectura y ayudarle a relajarse para dormir.

4.     Vuelve a los juegos de mesa: de preguntas, de adivinanzas, de mímica, de plastilina, de cartas, etc. Un campeonato de juegos de mesa puede ser tan divertido como cualquier consola.

5.     Podéis aprender a cocinar una receta fácil juntos o decorar un mueble que tengáis por casa: involúcrale en las tareas cotidianas y enséñale a valorar el proceso tanto como el resultado. ¡El camino siempre se disfruta más sin prisas!