Las elecciones de abril de 2019 quedarán siempre en la memoria del pueblo gitano: cuatro de sus representantes lograron el acta de diputado. Siete meses después, en la repetición de los comicios, tres de ellos consiguieron mantenerla y llegar hasta la tribuna del Congreso para denunciar la discriminación que sufre esta comunidad.

Se trata de Beatriz Carrillo (PSOE), Ismael Cortés (En Comú Podem) y Sara Giménez (Ciudadanos), que han charlado con EFE con motivo de la conmemoración este jueves, 8 de abril, del Día Internacional del Pueblo Gitano, comunidad que en España integran más de 750.000 personas.

Siete diputados gitanos en democracia

Fue en 1977 cuando Juan de Dios Ramírez abrió un inexplorado y nuevo camino de participación en la vida pública y política de la comunidad gitana: obtuvo escaño como diputado en las elecciones constituyentes y lo mantuvo hasta 1986. Desde entonces, solo otros dos gitanos han pisado las Cortes, Silvia Heredia (entre 2016 y 2019) y Andrés Núñez (solo un mes en 2019 por una sustitución).

Junto a Carrillo, Cortés y Jiménez también fue elegido en abril de 2019 Juan José Cortés (PP), padre de la niña Mari Luz, asesinada en 2008, que se convirtió en la cara más reconocible de estos cuatro diputados gitanos por su defensa de la prisión permanente revisable.

"Es un momento histórico. Aunque seamos un número muy pequeño, por primera vez estamos tres diputados gitanos en el templo de la democracia", ensalza Beatriz Carrillo convencida de que es el momento de que se escuche la voz del pueblo gitano en el Congreso y se lleven a cabo reformas legislativas para acabar con el antigitanismo.

Presidenta de la Federación Estatal de Asociaciones de Mujeres Gitanas (Fakali) y licenciada en Trabajo Social y Antropología, esta activista y feminista cordobesa se define como socialista desde la cuna y admite que se vio muy influida por su padre, político y militante del PSOE en la época de la clandestinidad.

Luchar en primera línea para derribar los prejuicios

Una lucha necesaria para llegar al momento histórico actual que supone, según Carrillo, no solo romper un techo de cristal, sino "un muro de hormigón", sobre todo para las mujeres gitanas, cuyos esfuerzos "son muchos" para luchar contra "la opresión y el machismo" que las condena "a un ambiente de exclusión e invisibilización permanente".

Para los tres parlamentarios es fundamental trabajar "desde dentro del poder" contra las desigualdades que afectan a esta comunidad y que tienen su máximo exponente en la educación (colegios guetos en los que más del 90% del alumnado es gitano), el acceso a una vivienda digna (asociado a problemas de chabolismo) y el trabajo (los índices de desempleo son más altos que los de la población no gitana).

"Junto a estos problemas, los más palpables y visibles, está también la estereotipación en los medios y en la cultura en general que produce un impacto en el imaginario colectivo hacia el pueblo gitano que reproduce un tratamiento discriminatorio y vejatorio", denuncia Cortés.

Alzar la voz desde un espacio privilegiado

Licenciado en Filosofía y Antropología y doctor en Estudios Internacionales en Paz y Conflicto, este diputado por Tarragona ha comprobado "la injusticia" con la que es tratado el pueblo gitano y las pocas oportunidades de participación en espacios políticos: "Lo sentí como una responsabilidad y pensé que alguien debería empezar a abrir camino y estar en primera línea", recuerda.

Un compromiso que también siente Giménez, abogada que dio el salto a la política de la mano de Albert Rivera, tras pasar 18 años en la Fundación Secretariado Gitano: "Tenía la gran oportunidad de defender aquello en lo que creo y alzar la voz por mi comunidad desde un espacio privilegiado", explica.

Giménez lamenta que pese a los avances que ha habido en materia de inclusión social en los últimos años, en España "todavía hay una discriminación cotidiana" que impide a los gitanos el acceso a derechos básicos y aboga por quebrar "los clichés establecidos". "Los referentes gitanos tenemos que estar en primera línea para romper esos prejuicios y estereotipos", sostiene esta diputada oscense, que confiesa que decidió estudiar Derecho porque ha "vivido y palpado cerquita" el rechazo y la discriminación.

Romper el techo de cristal

Que haya personas gitanas en lugares de responsabilidad y poder impulsa la visibilidad del colectivo y su autoestima y autopercepción empiezan a cambiar: "Sienten que sí es posible estar en un espacio de representación democrática donde se definen las reglas comunes y eso ya es romper un techo de cristal", opina Cortés. "Te conviertes en referente para otros, les abres la puerta, te escriben y te dicen que si tú lo has conseguido y vienes de tener el mismo horizonte que ellos, por qué no lo van a conseguir. Es muy importante para las nuevas generaciones", explica Giménez.

Y también para el resto de la sociedad porque supone un proceso de normalización del pueblo gitano y "sacarlo del encasillamiento" relacionado con la delincuencia, la marginalidad y la falta de oportunidades en el que se le ha situado.

Giménez, Cortés y Carrillo están orgullosos de su trabajo y de haber llegado hasta donde lo han hecho, aunque advierten de que su responsabilidad y esfuerzo es doble: "Te exiges mucho más porque parece que los gitanos tenemos que demostrar doblemente que somos honrados", asevera la diputada socialista. "Esa espada de Damocles está siempre ahí, y no como parlamentario, sino como gitano en general; cualquier fallo que cometas se va a multiplicar en la opinión pública y se le va a atribuir a todo el colectivo", reprocha Cortés.

Para que no se siga "demonizando" la cultura e identidad romaníes, estos tres diputados no cesan en su trabajo y muestra de ello es la iniciativa que registraron -junto con ERC- hace tres semanas en el Congreso para crear una subcomisión que impulse un pacto de Estado contra el antigitanismo.