La doctora María Puy Portillo es miembro del Ciberobn, centro de Investigación del Instituto de Salud Carlos III, donde se trabaja en respuestas para combatir la obesidad y sus patologías asociadas y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Catedrática del Nutrición de la Universidad del País Vasco y presidenta la Sociedad Española de Nutrición, en esta entrevista ofrece algunas claves sobre cómo debe ser una dieta saludable y destierra falsos mitos sobre alimentación. Los superalimentos, asegura, no existen, y se puede comer sano por poco dinero. "Solo hay que ingeniárselas mejor. Tirar de productos de temporada y proximidad, por ejemplo, es una buena opción", señala.

¿Influyó el confinamiento de la pasada primavera en los hábitos alimenticios de los españoles?

Durante el confinamiento se produjeron dos tendencias, los que empeoraron y los que mejoraron. Una parte de la población descuidó sus buenos hábitos alimenticios, picoteó más de la cuenta o se aburría y comía más. Ese grupo aumentó la ingesta calórica, lo que le llevó a ganar peso. Otros ciudadanos, sin embargo, aprovecharon ese periodo para mejorar su alimentación, priorizando los ingredientes saludables y las preparaciones caseras.

¿Han percibido en consulta un aumento de los problemas de salud derivados de esa etapa?

En algunos pacientes sí que hemos notado un empeoramiento de su patología de base tras el confinamiento. A las personas con diabetes, por ejemplo, siempre se les aconseja que mantengan un cierto grado de actividad física, porque eso mejora el control de la glucosa en sangre. Estar en casa, en este caso, no solo ha podido influir en que hayan ganado unos kilos. Su control glucémico puede haber empeorado. Para controlar la presión arterial también es muy bueno caminar y realizar cierta actividad física de manera regular, de ahí que el confinamiento también haya podido deteriorar el estado de personas con hipertensión.

Las altas temperaturas de los últimos días invitan a salir a la calle y tomarse algo en las terrazas. ¿Comer fuera es compatible con una alimentación saludable?

Sí lo es. La clave está en tener muy claro, a la hora de elegir el menú, qué tipo de alimentos se deben consumir regularmente y a cuáles solo se ha de recurrir en ocasiones puntuales. En general, la oferta suele ser lo suficientemente amplia como para que nos podamos decantar por platos saludables. Quizás lo más complicado sean los postres. En casa no suele suponer un gran esfuerzo tomarse una pieza de fruta o un yogurt, pero en un restaurante la vista se tiende a ir hacia la vitrina de los dulces...

¿El agua es siempre la mejor opción para acompañar el menú?

Sí, y sobre todo cuando las temperaturas son elevadas, es importante que bebamos agua con frecuencia, porque perdemos mucho líquido con la sudoración y corremos el riesgo de deshidratarnos. En este sentido, hay que insistir especialmente en que los mayores beban agua aunque no tengan sed.

¿Y si estamos aburridos de beber agua, qué alternativa propone?

Una opción interesante es la cerveza. Su contenido de agua es muy elevado, y no tiene demasiado alcohol. Además, se puede optar por la variante sin alcohol, que tiene la mitad de calorías de una cerveza normal.

¿Qué alimentos no deberían faltar nunca en nuestra despensa?

Los que integran la dieta mediterránea. Frutas, verduras y legumbres son indispensables. En verano puede que no apetezca tomarse un guiso de lentejas, pero hay alternativas. Consumirlas en ensalada, por ejemplo, es una buena opción. Conviene cuidar también la ingesta de proteínas, muy importantes para mantener en buen estado la masa muscular. En este sentido, la carne de ave y el pescado blanco son muy recomendables, por su alta calidad proteica y su bajo contenido en grasa. Y como estamos hablando de dieta mediterránea, y se ha comprobado que el aceite de oliva virgen tienen efectos muy positivos sobre la salud, debe estar también muy presente en nuestra dieta. Controlando, eso sí, las cantidades que tomamos, porque no deja de ser aceite y tiene un aporte calórico elevado.

¿Y qué deberíamos evitar a toda costa?

Los ultraprocesados, es decir, aquellos alimentos elaborados en la industria alimentaria que contengan grandes cantidades de grasa, azúcares simples y sal. Si abusamos de esos productos, nos vamos a ir a cantidades en la dieta muy por encima de lo recomendado.

Se habla mucho de ultraprocesados, pero también de 'superalimentos'. ¿Existen como tal, o es una etiqueta comercial?

Las personas que trabajamos en nutrición pensamos que se trata de un gancho comercial. No hay superalimentos. Hay alimentos que deben estar presentes en nuestra dieta porque contienen mayores cantidades de nutrientes que otros, pero yo nunca los calificaría de superalimentos.

Suplementos alimenticios, ¿sí o no?

Si una persona está sana y sigue una dieta equilibrada, en principio no. Pero siempre hay excepciones. Por ejemplo, personas que por sus gustos rechazan determinados alimentos que contienen nutrientes esenciales deben recurrir a suplementos para no sufrir carencias en su dieta. O afectados por patologías que desaconsejan la ingesta de ciertos alimentos, lo cual también les puede generar déficits nutricionales.

En el actual contexto de pandemia, han circulado bulos por internet atribuyendo falsas propiedades curativas a determinados alimentos. Dejando muy claro que ningún alimento puede prevenir o curar la Covid-19, ¿se debería potenciar la ingesta de algún nutriente en concreto para reforzar el sistema inmune?

Hay muchos nutrientes interesantes para el buen funcionamiento del sistema inmune: las vitaminas C y D, el selenio, el zinc... Pero insisto, eso no significa que si nos preocupamos de que la ingesta de esos nutrientes sea perfecta no vayamos a contraer la Covid-19. Ningún alimento puede prevenir o curar la enfermedad causada por el SARS-CoV-2.

¿Se puede comer sano por poco dinero?

Es posible, aunque hay que ingeniárselas mejor. No cabe duda de que algunos de los alimentos que recomendamos incluir habitualmente en la dieta, porque son muy saludables, tienen un precio más elevado. Comprar pescado es más caro que comprar carne en general. Ahora bien, hay alternativas. El pescado congelado, por ejemplo. Organolépticamente es diferente, pero desde el punto de vista nutricional esa diferencia no existe. Tirar de productos de temporada y de proximidad es otra buena opción.

España es uno de los países de su entorno con mayores tasas de obesidad infantil. ¿Urge educar en nutrición en los colegios?

Sin duda. Si conseguimos que los niños aprendan desde pequeños patrones de alimentación saludable, cuando sean mayores lo van a tener muchísimo más fácil. Si los acostumbramos, por ejemplo, a merendar una pieza de fruta en lugar de un bollo de chocolate, su cuerpo les acabará pidiendo eso de manera natural. Por eso es tan importante la educación nutricional en la etapa infantil. Conocer qué son los alimentos o cuáles debemos incluir en nuestra dieta y cuáles no, les ayudará a seguir patrones más saludables en la edad adulta.