Con 60 años, José Miguel González ha sido uno de los 3.812 pacientes que ha pasado por Ifema desde que lo habilitaron para descongestionar los hospitales de la capital y atender allí a pacientes con la covid-19. Tiene diagnosticada EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), lo que le convierte en un paciente de riesgo. El 30 de marzo ingresó en Ifema pero su batalla contra el virus comenzó unos días antes. Estuvo malo con fiebre y fatiga. Desde su centro de salud le hacían un seguimiento telefónico. Su doctora le mandó hacerse una radiografía y en ella descubrió que tenía neumonía en los dos pulmones, por lo que le mandó directo a su hospital de referencia, el Severo Ochoa en Leganés. Tras pasar una noche en los pasillos de los boxes, le derivaron al pabellón 9 de Ifema que por entonces llevaba unos días abierto.

"Había gente peor y otros mejor, yo estaba entre los del medio. Tardé mucho en saturar y estuve con oxígeno, pero por suerte no llegué a estar en la UCI", recuerda José Miguel. Para el paciente el trato fue de 10. "Desde el personal de limpieza hasta celadores, enfermeros, médicos€ fue un trato casi familiar", admite. Cuando ya estaba un poco mejor, José Miguel leía, escuchaba la radio y hablaba con sus compañeros de batalla que estaban pasando por lo mismo que él. Puntualmente, a las 20:00 horas todos los trabajadores del hospital improvisado bailaban la coreografía de 'Resistiré' para dar fuerza y ánimo a todos los que, como José Miguel, pasaban los días allí esperando recuperarse para volver a sus casas. Los pacientes cuando ya se encontraban mejor, se animaban y se unían a bailar con ellos.

Juntos en la batalla

El pasado 21 de marzo de abrió en Ifema un hospital provisional para aliviar la presión asistencial que sufrían los hospitales de la Comunidad Autónoma de Madrid a causa de todos los afectados de la covid-19. A.L.L. fue una de las doctoras que se ofreció voluntaria para atender allí a los pacientes derivados. "Gracias a que abrieron Ifema sino yo no sé qué hubiera sido esto. Fue una idea buenísima", admite la doctora. Ella estuvo los 10 primeros días hasta que se contagió. "En un principio derivaban a todos los pacientes que la Comunidad de Madrid no podía absorber independientemente de la gravedad. Luego se dieron cuenta que era más factible dejar a los moderados graves en los hospitales y los leves moderados mandarlos a Ifema", reconoce.

Se prepararon los pabellones 7 y 9 con un total de 1.300 camas convencionales y 96 puestos de UCI. En el montaje y funcionamiento colaboraron el Ejército de Tierra, la Unidad Militar de Emergencias, Bomberos de la Comunidad de Madrid, Summa 112, Samur, voluntarios y cientos de entidades y empresas privadas con donaciones y entrega de material.

Durante su estancia, José Miguel conoció a otros pacientes con los que bromeaba cuando ya se encontraban un poco mejor. "En el fondo nunca perdimos el sentido del humor", revela el paciente. A.L.L. asegura que "la parte más bonita de Ifema es que, aunque los pacientes estaban solos y no podían ver a sus familiares, se consiguió crear un clima muy familiar para que se sintiesen un poco más arropados y acompañados".

Cierre del hospital provisional

Los 1.400 efectivos desplazados en Ifema, compuestos por 320 médicos, 382 enfermeros, 250 auxiliares de enfermería, 167 celadores, 4 técnicos de rayos, 6 técnicos de laboratorio, 12 psicólogos, 20 técnicos de farmacia, 12 farmacéuticos, 8 supervisores, 4 trabajadores sociales y 22 auxiliares administrativos han sido los responsables de que José Miguel por fin pudiese abandonar el hospital improvisado el pasado 14 de abril y lo hiciese emocionado.

Tras 41 días ofreciendo un servicio a la sociedad, el 1 de mayo se apagaron las luces y se despidió a sus últimos pacientes. El recinto ferial ha cesado la actividad médica, aunque la instalación de oxígeno y las camas se van a mantener por si fuera necesaria la reapertura debido a un rebrote de la enfermedad. "No se va a desmontar porque se prevé que va a haber picos porque este virus ha llegado para quedarse", refiere A.L.L. A pesar de que las instalaciones se mantendrán al menos un mes por si acaso, todos esperamos con ilusión que el cierre de este hospital no sea un hasta luego y sí un adiós definitivo. "Todo depende de la evolución del virus y de la sociedad, de cómo hagamos las cosas. Todos podemos aportar nuestro granito de arena", concluye la doctora.