Salvo excepciones, la relación con nuestros vecinos no suele pasar de un saludo al coincidir en el portal o en el ascensor, pero la crisis del coronavirus nos ha hecho redescubrirlos e incluso considerarlos nuevos amigos con los que compartir charlas, dulces caseros o "fiestas" en el balcón.

Lourdes, de 35 años, lleva cuatro viviendo de alquiler en un piso de Madrid y durante este tiempo, más allá de la relación con dos personas que ya eran amigas de antes, se ha limitado a tener una relación "correcta" con sus vecinos.

"He notado un cambio desde que estamos confinados porque tenemos más necesidad de hablar los unos con los otros", cuenta.

Lo nota sobre todo cuando coincide con algún vecino al asomarse a la ventana, por ejemplo a la hora de los aplausos, y cree que es una manera de "recuperar la relación social que hemos perdido con nuestros amigos y compañeros de trabajo" durante la pandemia.

La portera de su edificio está siendo fundamental en este acercamiento entre vecinos, ya que "siempre se ha preocupado por todo el mundo" y ahora ha tenido la iniciativa de crear un grupo de WhatsApp con los números de teléfono de algunos inquilinos, la gran mayoría jóvenes.

"Es una manera de que estemos en contacto y, si en algún momento necesitamos algo, podamos dar la voz de alarma", comenta.

En el bloque de Sofía, a pocos metros del de Lourdes, también han creado un grupo de WhatsApp para estar en contacto con inquilinos de su edificio y de otros seis cercanos.

Una amplia red de vecinos, la mayoría veinteañeros, que antes de la crisis del coronavirus sólo se saludaban con un "hola y adiós" y que ahora Sofía considera sus nuevos amigos.

"Estamos hablando constantemente (...) hemos hecho videollamadas pero normalmente sólo nos vemos las caras por las ventanas", cuenta.

Por las tardes, tras los aplausos, ponen música para cantar, bailar y animar la calle.

Incluso han hecho un 'videoclip' con escenas grabadas dentro de las casas: unas vecinas se encargaron de montarlo con los vídeos que iban recibiendo por WhatsApp y otros lo estrenaron a lo grande proyectándolo sobre la fachada de uno de los edificios.

En el caso de Pilar, de 40 años, la relación con sus vecinos Nieves y Evelio, de 71 y 73, va más allá de la amistad porque los considera parte de la familia, y eso que hace un mes apenas se dirigían la palabra.

"Los estoy ayudando como si fueran mis padres. Cuando esto termine nos daremos un grandísimo abrazo", dice Pilar, que lleva viviendo en este bloque de Madrid desde octubre, cuando se mudó con su marido Nacho.

Ambos se ofrecieron a hacer la compra a esta pareja de vecinos para evitar que salieran a la calle. Lo que empezó como un acto de generosidad ha derivado en una relación personal muy estrecha, con conversaciones muy frecuentes a través de las ventanas o en el descansillo.

"Para nosotros han sido nuestros ángeles de la guarda, como si fueran nuestros hijos", comenta Nieves, que confiesa que está deseando coincidir con Pilar a la hora de tender la ropa para hablar con ella.

Pilar y Nacho también hacen la compra a dos vecinas mayores del bloque que viven solas, Carmen y Charo, a las que ni siquiera conocen de vista aún, ya que Nieves es la encargada del reparto de comida.

Todos esperan juntarse cuando sea posible y merendar juntos. De momento, intercambian dulces caseros en señal de agradecimiento, como bizcochos, tartas o torrijas que dejan delante de las puertas para evitar el contacto físico.

Para el profesor de la Universidad Villanueva Miguel Ángel Martín, licenciado en Filosofía y doctor en Comunicación, el acercamiento entre vecinos en una situación de confinamiento es un fenómeno "predecible".

"Si a los seres humanos, que somos seres sociales, los distancias socialmente, automáticamente buscan maneras de recuperar esa sociabilidad, de compensar su ausencia", explica.

Además, al haber una situación de "amenaza" generamos oxitocina, conocida como la hormona del "vínculo", que nos incita a conectar con alguien para comunicarnos o "buscar ayuda".

Hasta ahora nuestro círculo de relación englobaba a la familia, a los amigos y a los compañeros de trabajo, pero la ausencia de contacto físico con muchos de ellos ha hecho que empecemos a considerar a los vecinos como parte de nuestra "aldea" al verlos prácticamente a diario a través de la ventana.

"Ahora al vecino lo sientes no como un extraño sino como alguien de tu equipo, de tu grupo, de los tuyos, por esa necesidad de cooperar", añade el experto.

Considera que será difícil mantener una relación estrecha entre vecinos tras el confinamiento al cambiar el contexto, aunque "dependerá de cada caso".

Lourdes opina que todo volverá a ser prácticamente como antes, a Sofía le gustaría mantener el contacto con sus vecinos y Pilar no duda en que seguirá vinculada a Nieves porque "lo que ha unido el coronavirus no lo va a separar nadie".