Desde hace una semana, el coronavirus es el monotema en España. Nadie habla de otra cosa. No en vano, todos los sectores y ámbitos de la vida se han visto afectados por una enfermedad que ha obligado a las autoridades a tomar medidas inimaginables hasta hace bien poco. La biotecnóloga zamorana Martina Bécares, doctora experta en la materia, explica algunos detalles sobre la nomenclatura del virus, su origen y la importancia de controlarlo para evitar que su propagación ponga en jaque a los servicios de salud.

Empecemos por una explicación sobre el tema. ¿Qué es un coronavirus y qué distingue al COVID-19 del resto?

Los coronavirus son una familia de virus cuyo material genético es RNA. Hay distintos tipos de coronavirus, que infectan a humanos y a animales. Se conocen hasta siete que afectan a los humanos. Cuatro de ellos causan patologías muy leves, como resfriados comunes, mientras que tres provocan patologías serias. Son el virus del SARS, que surgió en 2002, el del MERS, que es de 2012, y ahora el virus causante de COVID-19, que técnicamente se debe llamar SARS-2.

¿Entonces, deberíamos llamarlo así?

Esas siglas significan Síndrome Respiratorio Agudo Severo y, por su homología con el síndrome que surge en 2002, el virus actual recibe ese nombre. COVID es el nombre que se le da a la enfermedad.

¿Por qué lo conocemos directamente como coronavirus?

Posiblemente es porque se ha llamado así en los medios. COVID es enfermedad causada por coronavirus, y 19 es por el año en el que empezó en China. Pero los expertos que se dedican a la nomenclatura de virus prefieren llamarlo SARS-2.

¿Qué similitudes y qué diferencias tiene este virus con el SARS que se detectó en 2002?

Los virus son bastante parecidos a nivel genético. En secuencia se parecen en un 86% y en la enfermedad también tienen bastante homología. Ambos tienen el mismo receptor celular. Es decir, que entran a la célula por la misma puerta, por decirlo de algún modo, y causan patología pulmonar, neumonías. La diferencia parece que está a nivel epidemiológico. El SARS se controló eficazmente. Apareció en 2002, y en 2003 se había erradicado la enfermedad porque se contuvo muy bien en China. El SARS-2, que conocemos como coronavirus, parece que en la mayoría de los infectados (sobre un 80%) causa una patología leve, mientras que con el SARS surgido en 2002 un mayor porcentaje de los afectados desarrollaba neumonías severas. Sin embargo, el virus SARS-2 parece que se propaga más fácilmente entre la población, aunque esta afirmación es todavía preliminar.

En cuanto a la propagación del virus, ¿qué medidas pueden ser realmente útiles?

Es un virus que se contagia principalmente por las gotitas que salen de nuestra boca y nuestra nariz al hablar, toser, estornudar y demás. Y, como he dicho antes, tiene una alta capacidad de propagarse en la población. Por ello, evitar el contacto con otras personas es la medida más eficaz para frenar el contagio. Además, si estamos en contacto con una persona que sabemos que está infectada, como ocurre con el personal sanitario, es importante el uso de mascarillas y la protección ocular.

¿Es inevitable el contagio masivo si no se toman medidas muy restrictivas?

Lo que ocurre es que este es un virus nuevo. Al ser así, la población no está inmunizada frente a él, como ocurre con otros virus comunes. Con la gripe común, aunque es un virus que no tiene nada que ver con este y que cambia constantemente, casi todos la vamos pasando poco a poco. Entonces, tenemos anticuerpos frente a ella, que nos protegen a nosotros y evitan que contagiemos a otra persona. Esto es lo que se conoce como inmunidad en la población. Cuando las personas presentan inmunidad es más difícil que la transmitan a otras. Al ser un virus nuevo, la población no tiene esta inmunidad y el contagio es muy fácil. Por eso se están tomando medidas de aislamiento y cuarentenas para retrasar el contagio de la población.

¿Hasta qué punto es importante que haya un contagio más escalonado y que se eviten los picos altos?

Retrasar el contagio de las personas, en primer lugar, puede dar tiempo para el desarrollo de vacunas, pero sobre todo permite no colapsar el sistema de salud. Si sabemos que, incluso con la gripe, en muchos inviernos, se llegan a colapsar los hospitales, en este caso en el que parece que la enfermedad se transmite mejor, que no hay esta inmunidad y que algunos datos indican que los pacientes graves necesitan más tiempo de hospitalización, necesitamos estas medidas de contención, para no colapsar el sistema.

Hay una preocupación creciente en toda España. ¿Hay motivos para la alarma?

La enfermedad no es tan grave entre población joven, pero en los mayores de 60 o 70 años las tasas de mortalidad preliminares que se manejan en este momento son altas, llegan a ser del 15%. Esto puede no ser del todo real, porque a lo mejor estamos considerando como infectados solo los casos más graves. Es decir, estas tasas tan altas quizás las corrijamos en el futuro para decir que son menores. En poblaciones como Zamora, que está bastante envejecida, puede ser preocupante. Además, el problema que tenemos si no se toman estas medidas de contención o se toman a la ligera es que podemos llegar a colapsar el sistema de salud y que casos que en un hospital se resolverían satisfactoriamente con ventilación mecánica o asistencia médica no se puedan atender y sean graves o mortales. El objetivo es no colapsar el sistema.

¿Cómo controlar la propagación en los pueblos más pequeños?

En los pequeños pueblos, al no estar la población tan agrupada, es más fácil el control. Lo que se está proponiendo es suspender actividades donde se agrupa mucha gente, y cuarentena y aislamiento en sus domicilios para los casos más leves, porque eso permite liberar espacio en los hospitales para los que están graves. Luego, medidas como la suspensión de las clases o el teletrabajo, en principio deberían ser eficaces. En zonas como Zamora, al haber pocos casos de momento, y no hablarse de transmisión local, como ocurre en Madrid, aún no hace falta alarmarse. Si bien, es importante que se sigan las recomendaciones de las autoridades, porque con la frecuencia de gente viajando actualmente, si no se toman medidas, la situación puede cambiar rápidamente.

¿Cuánto tiempo puede durar el esfuerzo que van a tener que hacer los ciudadanos para frenar la curva?

Habrá que ir viendo la evolución. Posiblemente, en estos próximos 4 o 5 días el número de casos reportados siga aumentando exponencialmente como ha ocurrido hasta ahora, puesto que los contagios que ya se han producido se van a detectar. Pero desde ahí se debería empezar a ver una reducción del número de casos, y en unas dos semanas debería haber un claro cambio en la tendencia de la curva de número de contagiados, que nos indicaría que se ha frenado la epidemia.

¿Hay personas que padecen la enfermedad de manera asintomática?

En principio, parece que sí. Sobre todo en el caso de los jóvenes, pueden resultar asintomáticas o pensar que estamos pasando un catarro. Lo que sí se dice es que la mayoría de los casos afectados desarrollan fiebre, así que si no tenemos podemos estar tranquilos.

¿Qué opina de la estrategia que ha trazado el Reino Unido para tratar de hacer frente al virus?

Es una estrategia que parece ir en contra de la lógica de las recomendaciones de la OMS a los gobiernos para implementar medidas de contención. Como se ha demostrado en el caso de China, las medidas drásticas han funcionado para contener la epidemia.

¿Cómo evoluciona la posibilidad de conseguir una vacuna?

Se está trabajando, pero la limitación es el tiempo. Desarrollar una vacuna no se hace de hoy para mañana. Hay que hacer ensayos clínicos que prueben que es eficaz, y se calcula que podría tardar, al menos, un año.

¿El calor ayuda a evitar la propagación del virus?

Posiblemente sí, pero tampoco es algo que se sepa a ciencia cierta. El calor y, sobre todo, las mayores horas de sol deberían perjudicar al virus. De todos modos, hay que tener en cuenta que, cuando aquí sea verano, en el hemisferio sur, donde ya está habiendo casos, va a ser invierno, por lo que no se va a frenar cien por cien la transmisión.

¿Qué cabe esperar en un futuro inmediato?

El comportamiento no se sabe. Desde China llegan buenas noticias, porque los casos están disminuyendo, y parece que se está controlando la enfermedad. En Wuhan, que era el epicentro, el número de contagios y muertes está bajando considerablemente. Si en el resto del mundo se toman las medidas de una forma tan estricta, y el virus se comporta igual, probablemente lleguemos a una estabilización de los casos. También se están probando antivirales, que es una cosa mucho más rápida que las vacunas, y en los casos más graves se usan para ver si pueden ser efectivos.

¿Con los antivirales se llegaría antes que con las vacunas?

También se están llevando a cabo ensayos clínicos sobre su efectividad, pero podrían empezar a emplearse de una forma más rápida porque son moléculas que ya están en el mercado frente a otros virus. Si son eficaces frente a este también se podrían empezar a utilizar antes.

Una vez controlada, ¿qué posibilidades hay de que se produzca otro pico dentro en meses?

El objetivo de estas medidas es controlar el brote, puesto que parece casi imposible acabar con el virus. Se están desarrollando investigaciones, tanto públicas como llevadas a cabo por la industria farmacéutica, para conseguir vacunas eficaces, así como tratamientos antivirales. Esto permitirá que si se producen nuevos picos estemos mucho más preparados para afrontarlos.

Ahora estamos con el COVID-19. ¿Es razonable pensar que, de aquí unos años, nos enfrentaremos a nuevos coronavirus?

Efectivamente. Los coronavirus causan zoonosis, que es como se llama el paso del virus de un animal al ser humano, pero coronavirus u otros virus son emergencias sanitarias que ocurren de vez en cuando, y para las que tenemos que estar preparados con investigación previa.

¿Hace falta más inversión en esta materia?

Eso es. Si no se invierte en investigación previamente, nos estamos perjudicando.

Perfil

Zamora, 1986

Martina Bécares Palacios realizó sus estudios básicos en Zamora antes de desplazarse a Salamanca para cursar la carrera de Biotecnología en la USAL. A continuación, en aras de especializarse, realizó una tesis doctoral en el Centro Nacional de Biotecnología. Concretamente, en el laboratorio de coronavirus. Allí trabajó con el virus de la gastroenteritis porcina transmisible. Ahora ejerce como investigadora contratada en la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.