El alfabeto compuesto por seis puntos que caben justo en la yema de un dedo significó hace casi 200 años, cuando Louis Braille creó este sistema de escritura y lectura, eliminar la condena al aislamiento en la que estaban las personas ciegas y abrirles una ventana de comunicación con el exterior.

En el mundo hay 36 millones de personas ciegas y cerca de 73.000 españoles sufren discapacidad visual. Y el pasado sábado se celebró precisamente el Día Mundial del Braille -convocado por Nacionales Unidas-, un sistema de comunicación universal cuyo impacto se compara con el de la invención de la imprenta para el resto de la humanidad.

La combinación de esos seis puntos, con los que se forman los números y las letras que se utilizan en cualquier idioma, sigue siendo para las personas con discapacidad visual la oportunidad de leer los mismos libros y publicaciones que los impresos y aporta una herramienta eficaz no solo para leer, sino también escribir, acceder a la educación, a la cultura y a la información sin necesidad de ver, guiándose solo por el tacto.

El pedagogo francés Louis Braille (1809-1852) -que se quedó ciego a los cinco años tras sufrir un accidente- fue el creador de este sistema, aunque otras personas más anónimas han ido ideando la forma de utilizarlo en las pequeñas cosas.

Y así fue como un profesor de Geografía de un colegio de Pontevedra, también ciego, adaptó a finales del XIX (en 1879) un mapa de España al braille para que sus alumnos ciegos pudieran conocer los ríos, las montañas y las divisiones regionales de la Península, incorporando además distintas texturas de papel y telas para definir cada uno de los territorios y accidentes geográficos.

Este mapa y otras herramientas de escritura y lectura de braille pueden verse ahora en el Museo Tiflológico de la ONCE en Madrid, donde se exponen partituras, libros y otros instrumentos que han significado un punto de inflexión en la vida de muchas personas.

Teresa Díaz, responsable de contenidos del museo, explica que la fundación de la ONCE en 1938, en plena Guerra Civil, coincidió con un período de gran aumento de población ciega. «Muchas personas perdieron la visión total o parcialmente por explosiones de metralla y granada, y tuvieron que reeducarse y aprender este sistema para poder incorporarse a su vida y a sus profesiones».

Después de la guerra también siguió aumentando el número de afectados tras la explosión de artefactos y bombas que no se habían retirado. La venta del cupón significó para muchos de ellos la única forma de integrarse en el mercado laboral.

Actualmente hay 7.500 estudiantes ciegos o con problemas graves de visión. Un millar de niños de entre 9 y 10 años están aprendiendo el manejo de este sistema de lectura y escritura. De esos escolares, 400 cursan sus estudios en colegios ordinarios junto a compañeros que no tienen discapacidad visual.

«La profesora de la ONCE asignada a esos colegios les lleva libros adaptados al braille y material escolar con relieves y diferentes texturas. Los niños con discapacidad pueden aprender al mismo ritmo que el resto: hay mapas, figuras para mostrar el cuerpo humano, cuentos infantiles o partituras», entre otros objetos, cuyo proceso de elaboración sigue haciéndose en algunas fases de forma artesana.

La tecnología ha permitido desarrollar aplicaciones de voz, utilizadas por muchos mayores que no conocen el braille, adaptaciones para el ordenador con líneas de braille que se encajan a la velocidad de lectura del usuario o sistemas de audiodescripción que permiten a las personas ciegas ir al cine sin acompañante.

El braille está presente en productos de utilidad para todos los ciudadanos, como en las cajas de medicamentos, papeletas electorales, alimentos, ascensores, señales o tarjetas de visita, entre otros.

«Braille no se podía imaginar la dimensión que iba a tener su alfabeto; fue la clave para que todas las personas ciegas tuviesen acceso a la alfabetización, a la cultura y al conocimiento y era la llave que les dio la libertad», destacó la técnico del Museo Tiflológico.

El Día Mundial del Braille se celebró por segundo año tras la proclamación por la ONU de esta conmemoración «para crear mayor conciencia sobre la importancia del braille».

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con esta discapacidad es más probable que vivan en la pobreza, disfruten de peor salud y se encuentren en situaciones desfavorecidas para acceder a la educación y al empleo.