El cartel más atractivo de la feria no defraudó a nadie, en líneas generales, poniendo de manifiesto el extraordinario momento por el que atraviesa el lorquino Paco Ureña, acompañado por las pinceladas de arte de Morante y en la que El Juli fue el peor parado por las condiciones de su lote.

Abrió plaza Morante, cuyo capote de seda brilló en tres verónicas de ensueño, en una serie cerrada con una media belmontina. El inicio de faena con la muleta fue excepcional, agarrado a la barrera, donde dibujó siete muletazos de una belleza estética superior. Después llevó prendido a su boyante enemigo en el 'pito de su muleta', como el llavero lleva la llave, durante toda la faena, dejando para el recuerdo dos naturales y dos pases de pecho de gran factura. Tuvo el toro soñado con el que pudo firmar una faena de autenticó escandalo. Concluyó con estocada en los medios, por la suerte natural traserilla de rápido efecto.

En el siguiente de su lote, ni un solo capotazo pudo dar Morante, por las condiciones del toro. Lidia desordenada en el caballo y en banderillas. Cuando todo el público pensaba que la faena iba a ser un 'visto y no visto', al burel le dio por meter la cabeza por ambos pitones, aprovechó para adornarse en pases por los costados, genuflexo y desparramando sabor a cada muletazo. Como el bicho siguió metiendo la cabeza, Morante siguió por derechazos continuando la misma tónica de su primero, con algunos detalles de toreo de pellizco. En los naturales dejó demasiado espacio entre él y el toro, por lo que enseguida volvió a la derecha, en la que tuvo una fase de toreo de adorno rayando lo vulgar, para cerrar la suerte de manera elegante. Concluyó de cuatro intentos, dos de ellos 'mete y saca', dejando una estocada saliéndose de los terrenos de la suerte.

En el primero de El Juli quedaron claras dos cosas: la primera que cuando alguien rehuye la pelea se la llama cobarde, y la segunda es que el burel tenía claro que no es lo mismo correr que huir, y esa fue la tónica del primero toro del madrileño, toda la tarde huyendo. El torero lo intentó marchándose al terreno que quería el toro, que no era otro más que lo chiqueros. Allí dio por concluida la faena, dejando de ser El Juli en ese momento, para convertirse en 'El Yuli' en la suerte de matar, saliéndose de ella en las veces que lo intentó, dejando finalmente un pinchazo alto que necesitó de dos descabellos. En su siguiente, sí que se adornó con el capote, llevándose al toro hasta los medios con bellas verónicas, rematando con una vistosa media.

Con la muleta, dado que no había tocado pelo en su primero y conocedor del generoso público de Murcia, salió a por todas y ante un rival poco colaborador, se fajó con él por ambos pitones hasta conseguir lucir en un par de derechazos y naturales, con el único objetivo de igualar el triunfo de sus compañeros. El Juli llevó el toro a todos los terrenos que le podían servir para rematar la faena, estando muy por encima de su oponente. A la hora de entrar a matar, necesitó de tres intentos y esta vez sí se volcó en busca de la estocada.

La seriedad de Ureña

La seriedad de UreñaLas verónicas de Paco Ureña, en el primero de su lote, brillaron con luz propia cuando pisó los medios. Realizó un emotivo brindis a Rafaelillo, que se encontraba en los tendidos, y que puso al público en pie. Con la muleta, abrió el tarro de la torería y la verdad. Inició la faena con una serie de ayudados por alto con mucho estilo y sabor. Ante un toro bien armado pero tardío, se jugo en todo momento las femorales, pisando los terrenos de su enemigo y enjaretando tres tandas de derechazos, cuando solo le perdió un paso y le dejaba la muleta en el hocico. Faena de alto riesgo cuyo final no fue el que requería, dado que entró a matar en tres ocasiones y que dejó un pinchazo en todo lo alto que necesitó de dos descabellos, buscando un triunfo pleno ganado a ley.

Brillante cierre de la corrida con el sexto y último de la tarde. Ureña está en estado de gracia. Hasta los andares los tiene de torero grande. En este toro rubricó una completa actuación, en Murcia, construyendo una faena en la que hizo que el toro pareciera más buena de lo que era, y que despertó de mitad de faena de muleta hacia delante. El de Lorca abrió faena con compás abierto, llevando a cabo unas ceñidísimas verónicas, después de banderillas brindó al público y comenzó con la muleta con temple, suavidad y estilo, intentando que el toro al final cuajara y le hiciera disfrutar tanto a él como al público, cosa que consiguió en las cuatro últimas tandas de trazo largo, guasto y vistosidad. Desde este punto se hinchó a torear deleitando al publico, que estaba muy pendiente de la espada, para que el lorquino que ya había 'desparramao' toreo del bueno y con sabor, abrochará un triunfo que le permitía abrir la Puerta Grande en unión a Morante. Alargó un poco la faena para satisfacer al público que de manera inexplicable y poco convincente perseguía el indulto de un toro que tuvo el juego mínimo en el caballo y en banderillas, y que al final y gracias a la mano derecha de Ureña se tuvo que conformar con la vuelta al ruedo.