A simple vista, Cristian encara la vida como cualquier niño de siete años, entre rabietas y juegos, sin embargo, en cuestión de días y sin él saberlo se ha convertido en uno de esos rostros que ha sacado lo mejor de todos nosotros. Un guerrero de solo siete años que ha generado una gran ola de solidaridad con la cual su familia busca la manera de ganarle tiempo a su enfermedad.

El pasado 20 de junio conocieron el diagnóstico de Cristian. Un glioma pontino intrínseco difuso (DIPG) estaba detrás de ese estrabismo que el pequeño comenzó a presentar a finales de mayo y que dio la voz de alarma a los suyos. Se trata de un tumor ubicado en el tronco encefálico, muy próximo a la médula, que no tiene opción de ser operado y hasta la fecha no cuenta con ninguna solución. Es uno de los tumores infantiles más agresivos y en España se detectan anualmente entre 20 y 30 casos.

La impotencia de saber que la esperanza de vida del menor se reduce a meses ha hecho que familiares y amigos se pongan manos a la obra en una campaña por redes sociales para dar a conocer el caso del pequeño. Una fórmula para estudiar posibles alternativas para ganar tiempo, mientras el tratamiento para frenar al tumor sigue su cauce normal.

A través de diversas publicaciones en perfiles de Twitter, Instagram y Facebook que han dado el salto a los medios de comunicación y vídeos de rostros conocidos, el caso de Cristian se ha hecho viral en cuestión de horas y ya cuenta con alguna persona interesada en sufragar los gastos de posibles tratamientos y multitud de asociaciones y entidades han mostrado su apoyo a Cristian.

La madre del pequeño, Noelia Rubio, y un íntimo amigo de la familia, Fali Arjona, detallan que la terapia de protones es la opción que contemplan para ganar tiempo. «Queremos dejar claro que esto nos ayudará a ganar tiempo que es lo que ahora mismo necesitamos. No es la solución», resalta Arjona, ante la llegada masiva de personas en situación similar que ha escuchado por vez primera esa terapia. Una técnica que, a diferencia de la radioterapia, ataca solo a las células afectadas y no daña las que permanecen en buen estado. «Queremos comprar tiempo de vida», matizan. Todos los esfuerzos se centran en alargar su vida y que tenga la mejor calidad posible. Los días de Noelia y Adrián, la pareja de Noelia, y los más allegados han pasado las últimas semanas buscando opciones y disfrutando con el pequeño y sus otros dos hermanos de dos años y medio y diez meses.

Los profesionales del Hospital Materno Infantil son los que trabajan en estos momentos con el menor pero los familiares han visitado hospitales públicos y privados de diversas ciudades en estas semanas para escuchar diversas opiniones.

En estos momentos, todos están a la espera del próximo 4 de septiembre. Es el día en el que el pequeño se someterá a una resonancia magnética para ver en qué estado está el tumor tras haberse sometido a una docena de sesiones de radioterapia a finales de julio. «Cristian ingresó por primera vez el 19 de junio. Esa fecha no se me olvida», puntualiza su madre. A partir de ahí, la familia valorará cuál es la mejor opción.

La terapia basada en protones no está disponible en estos momentos en España. Hasta 2020 no se pone en funcionamiento ninguna de las dos máquinas previstas para abordar este tipo de tumores, entre otros, con la protonterapia y Cristian no puede esperar tanto tiempo. En el caso de que el tamaño del tumor haya disminuido tras las sesiones de radioterapia, los profesionales le explicaron que en cuestión de meses volvería a crecer.

Viajar a Suecia, Holanda o algún país que sí tenga en funcionamiento esta máquina es la opción que baraja la familia. «Mientras tanto, hay que ver si la investigación sigue avanzando. Esa es la esperanza», destacan. En el Hospital Niño de Jesús de Madrid llevan a cabo una investigación que podría arrojar algo de luz a Cristian, sin embargo, aún está en una fase muy incipiente, según informaron los familiares.

El respaldo económico que le ofrece un empresario podría ayudar a dar ese salto. Todo sea por Cristian. «Míralo, si es que para lo que tiene parece hiperactivo más que un enfermo», explica Arjona, mientras el pequeño Cristian se empecina en hacer lo que él quiere.