Algunos lo aman y otros lo odian, pero todos lo bailan. El reguetón suena en YouTube y en la radio, en las discotecas y en el supermercado, lo escuchan los más jóvenes y también los mayores. Aunque la mayoría lo critica, todos confiesan que lo perrean y sobre todo lo eligen para poner ritmo a sus noches. "Es muy llamativo y pegadizo", dice Eduardo Villalba, un joven argentino de 26 años que está pasando sus vacaciones en Mallorca. "A nosotras no nos gusta el reguetón", aseguran Aida Pujol y Nerea Arias, dos chicas de 18 y 16 años, respectivamente, que toman el sol en la playa de Es Molinar, "pero, aunque no como otra música, lo escuchamos igual porque es lo más bailable", prosiguen, para añadir: "Pero es por el tipo de sonido que tiene, no por la letra". Aaron Merino, que está disfrutando con su grupo de amigos en la misma playa, opina dentro de la misma línea que la gente que "la escucha porque tiene ritmo". "Yo lo bailo cuando estoy borracho, pero esta música y una misa, también", bromea. El género musical ha puesto patas arriba el panorama comercial con su ritmo "caliente" y sus letras "misóginas", como califica Aleksandra Kjong-Johnsen, una estudiante madrileña de 19 años.

Letras polémicas

Miluzka Contreras, una estudiante de 26 años que descansa en la orilla de la playa de Ciutat Jardí con su hermana, a la que ha venido a visitar, asegura que disfruta del reguetón cuando va de fiesta aunque prefiere otros estilos. En cuanto a las letras, sostiene que "realmente no dicen nada" Pero lo que más llama la atención dentro del género es el papel que se le concede a la mujer. Alejandro Mas, que reposa bajo el sol sobre la arena del Molinar con sus amigos, considera que la repetición "de la misma base siempre junto con el descaro del machismo incorporado" es "una buena fórmula para vender", y prosigue, "el reguetón antiguo, el latinoamericano original, es más lento y romántico, se basa en una conexión y una seducción, no se hace desde el machismo de 'aquí te pillo aquí te mato', pero ese estilo ha funcionado como marketing y se ha quedado a nivel internacional". Aida, por su parte, agrega que en su opinión, aunque ahora "hay muchas chicas en el mundillo, como Becky G", algunas de ellas "continúan cantando letras machistas". Julián Alonso, un estudiante madrileño de 19 años, opina que hoy en día "todo es reguetón" y que no se deja espacio a otros estilos musicales. "En una discoteca si pones por ejemplo un tema tecno, seguido de una canción de reguetón y después una antigua de los 80, está bien, pero no sólo reguetón", espeta. Alejandro va más allá y dice que este fenómeno (en Palma en sólo un mes se celebrarán dos festivales dedicados al género: el primero se celebra hoy en la plaza de toros) se ha cargado otros estilos de música "como a Fito, Estopa y demás". "La mayoría de jóvenes ahora solo escucha reguetón", afirma, aunque añade que el problema no es que se escuche, sino que "sólo se escuche eso".

Fidel Solsona, que está sentado a su lado sujetando un altavoz, replica: "Igual no es que sólo se escuche reguetón sino que es lo que se enseña, está siempre el típico que va por la calle con el altavoz a tope". De la misma forma opina Javier Rodríguez: "Los cantantes de reguetón dan una imagen, Maluma por ejemplo, no es sólo música sino que tiene un personaje", apunta, a lo que su amigo Julián añade: "Al final son un estereotipo de la vida perfecta, entonces seas rico o pobre, mayor o joven, todos se quieren parecer un poco a aquel que lo canta".

"Mi hermano tiene once años y canta canciones de Bad Bunny", cuenta Aida. "Son ejemplos vistosos a seguir para los niños, antes querían ser futbolistas y ahora aspiran a ser cantantes de reguetón. A cualquier edad pueden tener cuenta en Instagram y consumir cualquier tipo de imágenes que no son buenas para ellos". Maria Antonia Canals, una estudiante de sociología de19 años de edad, considera que esto reside "en la libertad de los padres", pero que sin embargo, "el mensaje de las canciones cala en el pensamiento de los niños y que finalmente, de alguna forma, crecen con él", finaliza.