La capacidad de movilización que consiguió el 8 de Marzo el pasado año ha ayudado a hacer más visibles las diferencias en las que se sustenta la desigualdad en la Región, aunque las condiciones sociales y laborales han cambiado poco. Las mujeres murcianas siguen atrapadas en las telarañas que ha dejado la crisis, con una tasa de paro (20,5%) muy superior a la de los varones murcianos, pero también a la media del desempleo femenino de España. De las 320.800 que están dispuestas a trabajar, solo 153.500 tienen un empleo fijo, mientras que 72.000 trabajan con un contrato temporal y 65.800 están en el paro. Los bajos salarios que cobran no solo impiden acortar la brecha salarial, sino que tienden a ensancharla. Para conseguir la equiparación con los sueldos de los varones tendrían que esperar 225 años, según los cálculos de la organización de técnicos de Hacienda Gestha, que ha tenido en cuenta la evolución de los salarios desde el año 2005.

La radiografía del empleo femenino reproduce en la Región las dos caras de la moneda, con una población formada que ha conseguido un empleo estable, aunque no siempre bien pagado, y una cifra muy superior de mujeres que trabajan en sectores con una actividad estacional y con bajos sueldos, muchos de los cuales se están adaptando ahora para ajustar sus tablas al nuevo salario mínimo de 900 euros. Gran parte de ellas son, además, inmigrantes extranjeras, que deben afrontar una situación aún más irregular en actividades como el trabajo en el hogar o el cuidado de personas dependientes, tal y como recuerda la decana del Colegio de Politólogos y Sociólogos, Amparo Albentosa.

La decana aseguraba que muchas de estas mujeres acaban teniendo que recurrir a la ayuda de medicamentos para soportar la presión psicológica a la que se ven sometidas en su trabajo. «Lo de ser internas es una locura», afirmaba.

Amparo Albentosa apuntó que estas mujeres tampoco podrán sumarse hoy a las movilizaciones convocadas por distintos colectivos feministas y por los sindicatos con motivo del Día Internacional de la Mujer, «ni podrán ir a la huelga, porque están dedicadas al cuidado, al igual que otras muchas mujeres que trabajan en centros de mayores o de discapacitados. Una 'kelly' que trabaja en un hotel puede hacer huelga, pero cuando estás cuidando a una persona, no puedes».

Sin embargo, reconoce que el movimiento de los colectivos que salieron a la calle hace un año «desborda» la convocatoria sindical, porque ha supuesto «el despertar de muchas mujeres» que hasta ahora no se movilizaban. La decana del Colegio de Politólogos y Sociólogos considera que las organizaciones sindicales no están siendo suficientemente activas «contra las empresas de trabajo temporal o los peligros que impone la carretera a las trabajadoras que cada día se desplazan por la Región en furgonetas, de igual forma que los hombres. Las mujeres estamos más preparadas y somos más reivindicativas que antes», porque, a su juicio, existe una mayor conciencia también sobre «la violencia de género y las muertes que se están produciendo», apuntó.

Por su parte, la profesora de Sociología de la Universidad de Murcia Marta Latorre ve prematuro esperar resultados perceptibles del primer año de movilización de las mujeres, que considera «muy escasos». Sin embargo, aunque se mantiene «la desigualdad, la brecha salarial o el reparto de trabajo desigual», Marta Latorre sostiene que el movimiento que se aglutinó hace un año en torno al 8 de Marzo «ha dado una enorme visibilidad a las demandas y las reivindicaciones de las mujeres.

El efecto de las protestas, a su juicio, es que algunas de estas demandas llegarán a ser recogidas como «propuestas públicas», dado que los partidos políticos han tenido que asumirlas e incluirlas incluso «en su propia agenda». La profesora de Sociología de la UMU advirtió igualmente de las reacciones que el protagonismo de las mujeres está provocando en partidos de la extrema derecha y del impacto que pueden llegar a tener las críticas a «la ideología de género».

En vísperas de una nueva convocatoria de huelga y de manifestaciones, Marta Latorre considera que «el camino está iniciado» desde hace un año, aunque da por hecho que «en estos momentos de reacción puede verse que igual que ha habido avances, también puede haber retrocesos».

En la última semana se hacía público el dato de que la Región tiene en este momento 110.000 mujeres trabajando con un título universitario, que se ha convertido en un escudo contra el paro, dado que la tasa de ocupación entre las tituladas superiores alcanza el 89,1%.

La elevada ocupación de las universitarias se debe en parte a la mayor disposición de las mujeres a terminar su formación, como demuestra el hecho de que la población femenina dedicada a estudiar en la Región supere a la de los varones. En contrapartida, la tasa de actividad de las mujeres menores de 25 años (36,54%) se sitúa tres puntos por debajo de la masculina (39,9%).

La mayor parte de los 255.000 ocupadas murcianas que tienen trabajo están empleadas en el sector servicios.

En los últimos diez años las mujeres han incrementado el desempleo seis puntos, cuadruplicando el crecimiento de la media nacional», al pasar de 41.300 a 65.800 paradas. Además, la tasa de paro femenina (20,5%) sigue estando en la Región ocho puntos por encima de la masculina y casi seis puntos por encima de la media nacional.

No obstante, en los últimos diez años se ha producido un ligero repunte en la cifra de mujeres ocupadas, dado que hay 3.400 trabajadoras con empleo más que hace una década (1,4%), mientras que la ocupación masculina sigue sin recuperar las cifras anteriores a la crisis.

Las mujeres salieron a buscar trabajo cuando el resto de los miembros de la familia se quedaban en paro y los ingresos resultaban insuficientes para mantener la casa, abandonando las filas de las amas de casa.

En la última década se han incorporado a la población activa más de 24.000 murcianas. De las casi 139.000 que se dedicaban exclusivamente a las tareas del hogar en el último trimestre de 2008, al acaba el pasado año solo 112.000 aparecían como inactivas, según los datos de la Encuesta de Población Activa.

Por el contrario, la cifra de varones dedicados a las labores de hogar apenas si se ha incrementado en la última década y no llega a los 10.000.

Por eso, la Región ha terminado el último año con una tasa de actividad femenina del 52,3%, que se sitúa ligeramente por encima de la media nacional, aunque está lejos de la proporción de activas de Madrid, que supera el 58%.

Las mujeres inmigrantes también se han visto castigadas por el paro durante los años más duros de la recesión, pero para ellas resultaba más fácil encontrar un nuevo empleo, por lo que no se han visto obligadas a regresar a su país en la misma proporción que los hombres.

Una diferencia salarial del 26% Pero la incorporación de la mujer al trabajo no ha ayudado a reducir la brecha salarial en la Región. Por el contrario, según los datos de Gestha la diferencia con los salarios de los varones se situa ba en 3.768 euros en 2017, que representaba el 26,60%.

La organización de los técnicos de Hacienda incluso calcula que la brecha salarial se había ampliado en 190 euros respecto a 2016, por lo que estiman que serán necesarios 225 años equiparar los sueldos entre hombres y mujeres en la Región, mientras que la media nacional baja a 87 años, teniendo en cuenta que «las diferencias de sueldo no han dejado de crecer desde 2015 y que en tres años se ha incrementado en 229 euros».

Murcia se sitúa así entre las comunidades que ven más lejana la reducción de la brecha, junto con Galicia, que necesitaría 615 años para conseguirlo, y La Rioja, que tardaría 421.

Las diferencias resultan menos acusadas para las más jóvenes, dado que las menores de 18 años ganan 1.370 euros menos que los varones. La diferencia se mantiene en 1.458 euros entre los 18 y los 25. Sin embargo, se dispara con el paso de los años y llega a los 9.642 euros entre los 56 y los 65 años.

A partir de los 65 alcanza los 8.057 euros, una diferencia inferior a la media nacional, que llega a los 11.472 euros.

Por eso, Gestha urge «a tomar medidas para reducir los plazos de tiempo necesarios para acabar con estas desigualdades, como, por ejemplo, el aumento de plazas en las escuelas públicas infantiles de 0 a 3 años y en centros especializados para la atención y el cuidado de personas mayores o dependientes».

Valoran «la obligatoriedad de que las empresas deban tener un registro con los sueldos desagregados por sexo para evitar discriminaciones y de que tengan que incluir auditorías salariales en los planes de igualdad, así como la financiación por el Estado de las cuotas de la Seguridad Social de los cuidadores no profesionales de personas dependientes».

Sin embargo, los técnicos de Hacienda recuerdan que está pendiente la aprobación de la desgravación en el Impuesto sobre Sociedades -que preveía el rechazado proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 2019- para aumentar la presencia de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas.

Desde Gestha explican que las causas de la brecha salarial obedecen, por un lado, a que las mujeres ocupan mayoritariamente los trabajos más precarios, con jornadas parciales y sueldos anuales por debajo de los 7.400 euros. Por otro, al techo de cristal, ya que a partir de los 60.000 euros anuales apenas copan un tercio de los puestos de trabajo, desplomándose a casi dos de cada 10 trabajadores en el top salarial con ingresos de más de 126.000 euros, donde además la brecha salarial de las mujeres más cualificadas se acrecienta hasta los 26.424 euros anuales, un 17,4% de su sueldo medio».