La Autoridad Portuaria de Alicante ha remitido a la Abogacía del Estado la oferta de 25.000 euros que ha recibido por deshacerse de la "réplica" del Santísima Trinidad, el artefacto náutico que está amarrado en el muelle 7 del Puerto tras la enajenación que practicó el Puerto para hacerse con la propiedad tras los impagos de los antiguos propietarios.

Al final, y tras arrancar las primera subasta por 152.000 euros y quedar los sucesivos concursos desiertos, las aspiraciones del Puerto se han ido diluyendo, y ahora lo único que quiere es desprenderse del problema, por lo que se Puertos del Estado acepta la oferta el Santísima Trinidad abandonará en dos meses Alicante.

El problema no era el precio de la subasta, porque si la "réplica" pudiera abrirse al público se amortizaría en menos de tres temporadas, pero para que Capitanía Marítima autorice su actividad debe pasar previamente una inspección en un dique seco, y ello conlleva un remolque hasta Cartagena o Dénia, más las actuaciones a que obligue Capitanía tras la inspección, un proceso inviable económicamente a no ser que luego opere en alguno de esos puertos.

Triste final para la mal llamada "réplica" del que fuera un un navío español de 120 cañones en un principio, ampliados hasta 140 con posterioridad. Fue el barco más grande de su época, por lo que recibía el apodo de "El Escorial de los mares", y fue uno de los pocos navíos de línea de cuatro puentes que existieron. A pesar de ello, no resultaba muy eficaz por lo torpe y lento de su navegación. Se hundió tras la Batalla de Trafalgar de la que salió muy dañado.

El Santísima Trinidad fue el buque insignia de la Armada Española en el siglo XVIII. Dotado de 112 cañones, el navío era el más grande de la época. Combatió en todas las batallas españolas desde 1769 hasta su final en la de Trafalgar, en 1805, tras la que acabó hundiéndose por los daños sufridos.