La concentración de nitrógeno en las hojas de las plantas ha ido disminuyendo en todo el mundo durante los últimos 40 años y cada vez habrá menos nitrógeno disponible, según alerta un estudio internacional en el que han participado investigadoras del Creaf-UAB.

La investigación, que publica la revista 'Nature Ecology and Evolution', la firman una treintena de investigadores, entre ellos Sara Marañón y Rossella Guerrieri, investigadoras posdoctorales del Creaf.

Según el trabajo, la disminución del nitrógeno, un elemento básico para las plantas, se debe al cambio climático y al efecto fertilizante que produce el aumento de CO2 en la atmósfera, ya que con más CO2, más crecimiento de bosques y más demanda de nitrógeno por parte de la vegetación, que lo utiliza como nutriente.

El calentamiento global ha provocado que se alarguen los períodos de crecimiento de las plantas (con otoños que llegan más tarde y primaveras que llegan antes de tiempo), con lo que la demanda de nitrógeno se mantiene durante más meses a lo largo al año.

Según el estudio, en EEUU y Europa, a estos dos motivos principales se le suman las regulaciones a las centrales eléctricas de carbón, ya que, después de regular las emisiones de esta industria, mejoró la calidad del aire, pero se han reducido las cantidades de nitrógeno que llegan a los ecosistemas.

El estudio, liderado por la University of Maryland Center for Environmental Science, ha observado una tendencia global de pérdida constante de nitrógeno en los ecosistemas terrestres a lo largo de tiempo, concretamente un 9 % desde 1980.

Los autores destacan que esta pérdida parece contradictoria cuando el nitrógeno, usado para fertilizar grandes extensiones agrícolas, ha sido protagonista en las zonas más pobladas o cercanas a la costa, precisamente por el problema contrario.

Su exceso ha provocado crecimientos explosivos de algas, falta de oxígeno y problemas graves a los ecosistemas acuáticos, pero este estudio evidencia que este reto ambiental a escala regional ha escondido un problema global diametralmente opuesto: la disminución del nitrógeno disponible en ecosistemas que no han sido fertilizados por la presencia humana.

El trabajo advierte de que la falta de nitrógeno en las plantas puede producir efectos en cascada porque, además de frenar el crecimiento de los vegetales, también reduce su capacidad de secuestrar carbono de la atmósfera y de ralentizar el cambio climático.

Para llegar a esta conclusión el equipo creó una base de datos con más de 43.000 entradas en la que analizó la concentración de nitrógeno en las hojas de plantas recolectadas entre 1980 y 2017 en prácticamente todos los climas y biomas del mundo.