La jueza del Juzgado de lo Penal número 2 de Ibiza, Martina Rodríguez, suspendió ayer un juicio derivado de la denuncia que un putero presentó contra varias prostitutas y un hombre por la presunta comisión de un delito de estafa. El denunciante, cliente de estas mujeres, asegura que le cobraron más dinero del debido. Esta persona dice que el precio pactado para mantener relaciones sexuales con ellas era de 120 euros y, sin embargo, le cobraron 11.400.

El juicio, que está previsto que se celebre el próximo mes de marzo, se suspendió porque uno de los acusados se encontraba enfermo. Además de denunciar a las mujeres, el putero también se ha querellado contra el dueño del ático en el que las partes mantuvieron relaciones y que es también el propietario del datáfono a través del cual se cobraron los 11.400 euros que reclama el denunciante.

El Ministerio Público, por su parte, reclama el sobreseimiento provisional de la causa. En el escrito de la Fiscalía de Ibiza, firmado por la fiscal Xela Nieves, se argumenta que para poder apreciar engaño o estafa es necesario poner el asunto «en relación con las relaciones personales, sociales y culturales» y que en este caso concreto no es posible concluir que el dueño del ático y del datáfono se haya quedado con parte del dinero que pertenecía a las prostitutas.

Tampoco se puede acreditar, señala la fiscal en su escrito de sobreseimiento provisional, que el denunciante «no fuera consciente en todo momento de los cargos que hacía» con la tarjeta bancaria.

Según la narración del Ministerio Público, los hechos ocurrieron el 28 de julio de 2014, cuando el denunciante conoció en un bar de la ciudad de Ibiza a una mujer con la que acordó mantener relaciones sexuales a cambio de dinero. «Ella le propuso acabar la noche con sus amigas en su casa [en realidad la del dueño del datáfono] y, una vez allí, otra chica le pidió 120 euros por mantener relaciones sexuales con otra chica». La Fiscalía señala que el denunciante introdujo el número secreto de la tarjeta de banco en el datáfono delante de las mujeres.

Una de las denunciadas declaró en el juzgado instructor que el hombre consumió alcohol y servicios sexuales de todas las chicas, que pidió servicios aparte y que ella iba explicando al denunciante a cuánto ascendían esos gastos y él iba poniendo esas cantidades en el datáfono e introducía el número secreto.