Koldo llegó de Bilbao a Ibiza de vacaciones el pasado lunes día 13. Tiene 32 años y es triatleta, por lo que se trajo a la isla su bicicleta "para hacer algo de deporte durante las vacaciones", explica a Diario de Ibiza.

El mismo lunes salió a dar una vuelta en bici, "pero vi las carreteras muy saturadas y no me pareció muy seguro". Sin embargo, al día siguiente volvió a probar. Pedaleaba por la carretera de Santa Eulària hacia Ibiza y en el cruce conocido como ´de los cazadores´ tuvo un accidente de tráfico.

"Había una atasco monumental, así que circulaba despacio por el arcén. Entonces un vehículo fue a girar y yo oí que alguien gritaba desde otro coche: ´¡la bici, la bici´! Y fue entonces cuando pegué un frenazo, el coche me golpeó y salí volando unos 10 metros hasta chocar con otro vehículo".

Cada detalle permanece en su retina

Koldo tiene en la retina cada detalle de su accidente. Sobre todo a una mujer a la que define "como un ángel". Tras el golpe contra el coche le dolía todo el cuerpo y no sabía exactamente cuál era el alcance de sus lesiones. Entonces, relata que una conductora se bajó de su vehículo para auxiliarlo. "Me dio la mano y me animaba a abrir los ojos, que se me cerraban. Del dolor en el pecho no podía respirar y ella miraba y me decía: ´respira, aunque sea un poco, respira´, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas", recuerda Koldo. "Nunca me olvidaré de su cara. Jamás".

Pero no fue la única samaritana que le prestó ayuda. La segunda persona en llegar hasta él, que estaba tirado en la cuneta, fue un hombre "extranjero, creo que de algún país del este de Europa. También le cogí de la mano y le pedí que por favor que no me dejara. Y él, aunque toda la caravana de coches le pitaba para que moviese su vehículo, se quedó también conmigo. A él también quiero agradecerle todo su apoyo".

Koldo explica que la tercera persona en llegar hasta él fue la mujer que le atropelló. "Estaba absolutamente destrozada. Lo estaba pasando francamente mal. Le dije que se tranquilizara, que no parecía nada grave". Luego llegó la ambulancia y la Guardia Civil. "Muy rápido, algo que me sorprendió", explica.

La experiencia, dentro de lo traumática que ha sido, no es recordada por el joven de Bilbao como algo muy negativo. "Me sentí muy bien atendido. En la ambulancia los sanitarios me iban diciendo en todo momento cómo me encontraba y hasta me contaban experiencias personales para que pensase en otra cosa".

Una bici destrozada y una sobrasada

Fue ingresado en la Clínica Nuestra Señora del Rosario y desde el momento en que entró en la habitación hasta que salió, el día 15, la mujer que le atropelló -"que consiguió mi teléfono no sé cómo"-, no dejó de enviarle mensajes y llamarle, preocupada por su estado de salud. El bilbaíno salió del hospital el miércoles pasado y allí estaba la mujer, con su padre, esperándolo, como si quisiese comprobar con sus propios ojos que no le había ocurrido nada malo.

Fue entonces cuando le dijo que ella se había llevado la bicicleta, destrozada, a su casa. Hoy Koldo fue a recogerla y entonces, además de pasar un buen rato con quien le atropelló probó, por primera vez, una buena sobrasada ibicenca.

Quiere dejar muy claro que la persona que le atropelló no tuvo la culpa del accidente. "Había tal cantidad de coches que era imposible que me hubiese visto. Ella no cometió ninguna infracción, fue un accidente en el estricto sentido de la palabra".

Las secuelas del choque no han sido muy graves. Tiene muchas partes del cuerpo doloridas, toda la zona izquierda con hematomas y todavía no puede respirar muy bien a consecuencia del golpe que se dio en el pecho. "Y el coche con el que me di, y no es porque sea de Bilbao, está destrozado", cuenta hoy entre risas desde la playa, donde apura sus últimos días de vacaciones en Ibiza, con aventura incluida.