"¡Qué mío tu vivir y qué mía tu muerte viniéndote de mí, muriéndome contigo!", escribió Carmen Conde el siglo pasado. La célebre dramaturga, poeta y académica cartagenera, si es que se puede resumir una trayectoria literaria y vital tan vasta como la suya en apenas tres calificativos, nació un 15 de agosto, tal como el que nos ocupa, de hace ya 111 años.

Considerada como una de las "voces más significativas de la generación del 27", y lo dice Wikipedia, la obra que dejó atrás en lo literario es sin duda puesta en alza y en el valor que le corresponde en los institutos de toda España, pero especialmente de la Región, por haber nacido en tierras cartageneras, pero su legado vital es sin duda aún más importante. Y es que Conde fue la primera mujer que formó parte de la Real Academia Española, hecho por el que se la recuerda en todo el país.

Estudió Magisterio en Murcia y publicó su primer trabajo en un diario de Cartagena, donde fundó la primera Universidad Popular de la ciudad portuaria. Se casó con el también poeta Antonio Oliver y publicó bajo varios seudónimos, aunque el más recordado es sin duda el de Florentina del Mar. Fue juzgada por haber apoyado a la República, aunque corrió mejor suerte que otras de las voces de su generación, pese a que sus enemigos la volvieron a denunciar en 1949, una vez ya había sido absuelta.

Entre los premios que obtuvo a lo largo de su carrera destacan el premio de Novela Elisenda de Moncada en 1953, el Premio Internacional

de Poesía Simón Bolívar en 1957, el premio Doncelen 1960 y el Premio Nacional de Literatura 1967.

El Alzheimer la robó del mundo en 1996, mientras se encontraba en Madrid, pero no antes de que dejase por escrito que donaba la totalidad de su obra al Ayuntamiento de Cartagena, ciudad en la cual ahora se encuentra su museo, que comparte con el de su marido, Antonio Oliver.