Las cabañuelas tienen 24 días para mirar al cielo. Los primeros 12 sirven para hacer una primera observación y los 12 siguientes, los de retorno, para ratificar que el pronóstico del tiempo coinciden.

Tal y como explican los expertos, el día 1 de agosto corresponde con agosto, el día 2 con septiembre, el día 3 con octubre... y así sucesivamente.

Al finalizar la primera ronda, el orden se altera. El 24 de agosto correspondería al mes de agosto, el día 23 a septiembre, el 22 a octubre... todo en ese orden.

Las anotaciones han de ser precisas y con todo detalle. «Cuando te levantas por la mañana hay que ir apuntando todos los cambios que suceden al día. Desde si hay viento, si hace sol, o si llueve. La temperatura también es importante», explica el agricultor Pascual Román.

No ocurre lo mismo en otras poblaciones de España donde también aún perdura esta tradición metereológica. En Madrid, por ejemplo, las cabañuelas son en enero. Independientemente del lugar, en todos los escenarios, el método se basa en la tradición y no en métodos científicos.