Mirar el móvil solo cuatro segundos mientras conducimos a 100km/h supone recorrer a ciegas un campo de fútbol; si escribimos un mensaje, la distancia se quintuplica. Las distracciones al volante son ya la primera causa de los accidentes mortales y atajarlas se ha convertido en el objetivo número uno de la DGT.

Para ello, doce años después de la puesta en marcha del carné por puntos, Pere Navarro, el "padre" de esa medida -que fue una de las principales causas de una histórica reducción del número de víctimas mortales en las carreteras-, ha tomado de nuevo el control de Tráfico con una prioridad: reformar el carné para castigar con más dureza el uso del móvil al volante.

Al director de Tráfico no le gusta ni siquiera el uso del manos libres (considera que distrae más la conversación que el llevar el teléfono en la mano), pero su principal preocupación es el uso de esas tecnologías para enviar y leer mensajes de texto.

Sobre la mesa, Pere Navarro ya tiene clara una primera iniciativa: aumentar la retirada de puntos de los 3 actuales a 4 o, incluso, 6 a quienes usen el móvil, programen un GPS, usen cascos u otros dispositivos que disminuyan su atención al volante.

"Es una tema de máxima alerta y de alguna manera tendrá que tener su reflejo", ha defendido el director que, sin embargo, no se ha pronunciado si la multa actual de 200 euros también aumentará.

Alineada con la DGT están las asociaciones de víctimas y la Fiscalía especial de Seguridad Vial que ha remitido recientemente un oficio a todas las policías de tráfico para que investiguen si conductores implicados en un siniestro han usado el móvil.

Y es que según sus datos, de las 600 muertes que se produjeron por una salida de vía el año pasado, una mayoría tuvo como causa el empleo del teléfono, una distracción contra la que las víctimas también se muestran muy combativas porque desde 2016 los despistes son la primera causa de accidentes mortales, por delante del alcohol y la velocidad.

Precisamente, a Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, le sorprende que no se indague en profundidad sobre las distracciones, toda vez que en el 29 por ciento de los accidentes mortales de 2017 tuvo como factor concurrente un descuido, que en la mayoría de los casos, asegura a Efe, debería considerarse una imprudencia grave.

Desde la asociación de víctimas DIA, su presidente Paco Canes da un paso más que la DGT al apostar por equiparar directamente la sanción por el empleo de dispositivos electrónicos con la que lleva aparejado el consumo de alcohol y drogas, que pueden llegar hasta la pérdida de seis puntos y 1.000 euros de multa.

Porque hay que tener en cuenta, explica a Efe Canes, que "cuando miras el móvil no miras la carretera, es como ir bebido", una opinión que respalda la presidenta de STOP Accidentes, Ana Novella, partidaria de trasladar el debate al Código Penal.

"El coche no es un locutorio ni una oficina", dice Canes, en tanto que Novella defiende que la política sancionadora debe ir en paralelo a la de concienciación. "Si la gente pone el modo avión, ¿por qué no desarrollar un 'modo coche'?, se pregunta.

Pere Navarro está convencido de que más pronto que tarde los fabricantes de telefonía móvil lo acabarán desarrollando por responsabilidad social, aunque lamenta que en el caso de los navegadores ya solicitaron sin éxito que fuera imposible programar una dirección si el dispositivo detectaba que el vehículo estaba en marcha.

Otra alternativa es la propone Monclús desde la Fundación Mapfre y que, asegura a Efe, está muy avanzada. Consiste en que los coches incorporen sensores de reconocimiento facial que detecten si el conductor pierde la vista de la carretera.

Los datos de Tráfico y de otros estudios de seguridad vial no dejan margen a la duda. El pasado año la conducción distraída -el uso del móvil es la principal- estuvo detrás del 25 por ciento de los accidentes y del 31 por ciento de los fallecidos.

Si se habla del riesgo de sufrir un accidente, éste se triplica al hablar por teléfono y se multiplica por 23 si el conductor se dedica a chatear.

Pese a que la inmensa mayoría conoce el peligro, los jóvenes de entre 18 y 30 años asumen con normalidad que su despiste al volante es por usar el móvil, según una reciente encuesta a 1.000 conductores en la que tres de cada cuatro confesaban el empleo del teléfono al volante y más de la mitad reconocían que o bien él u otra persona cercana había tenido un "susto".

Y es que perder de vista la carretera unos segundos tiene efectos inmediatos: el conductor aumenta su tiempo de reacción, puede hacer cambios inesperados de carril, tiene dificultad para frenar a tiempo, y reduce notablemente su capacidad auditiva, visual y psíquica.

En definitiva, "al volante si miras el móvil de vez en cuando, solo ves la carretera de vez en cuando", un lema que la DGT empleó en su última campaña para advertir de la "magia" que se produce cuando de la vía desaparecen peatones, motoristas o señales cada vez que el conductor echa mano a su teléfono.