¿Cómo surgió este Viaje al corazón de España?

R Yo diría, lo primero, que este libro es el más personal de cuantos he escrito, y también el más ambicioso. Y lo digo yo, que en el ámbito de la historia he tocado todos los palos. A través de setenta libros he hecho historia de España para adultos, para adolescentes, los mitos, desde el arte, desde el pensamiento, la filosofía, la cartografía.... pero me faltaba tocar este palo. Me tocaba describir la belleza de España, en cuanto al paisaje, al paisanaje, al arte.

P Hablamos de un viaje eminentemente sentimental.

R Es un recorrido tratando de mostrar a los españoles lo hermoso que es este país, siempre en positivo, sin entrar en conflictos. Es una España admirada con pasión, enormemente admirada, y querida con pasión. Creo que además es un libro necesario en un momento, quizás, de cierto desaliento y cierta tristeza porque se está produciendo, por primera vez en la historia de España, la impugnación de la idea de España, por todo lo que está pasando en Cataluña. En ese sentido es también un asidero sentimental, un desahogo ante la situación de un país hermoso que algunos quieren impugnar.

P ¿Estamos entonces necesitados de reivindicar esa idea de España?

R Diría que este Viaje al corazón de España trata de decir que, así como en el ámbito religioso las familias tratan de inculcar los hábitos de piedad a los niños, renunciamos a inculcar una conciencia nacional en España. Y de eso se trata, de impulsar la conciencia nacional a través de mostrar y ver, en este recorrido por toda España, su belleza. Hay que inculcar este amor a la patria como a mí me lo inculcaron. Por eso es mi libro más personal, que además trata de hacer ver cómo a mí desde niño, y a mis hermanos, nos inculcaron este amor a España siempre. Y desde el comienzo con viajes, para demostrar nos que no sólo nuestra ciudad era hermosa. Así conocí yo muchísimas ciudades de toda España.

P Se aprecia también, al leer el libro, un respeto por la diversidad cultural.

R Sí, eso se ve en el libro: la belleza de lo distinto, de lo diverso, utilizando siempre el paisaje, el arte, la literatura. Todas las ciudades tienen también su cantor: no se puede concebir Oviedo sin Clarín, Bilbao sin Unamuno, Madrid sin Galdós, aunque éste había nacido en Canarias, o Valencia sin Blasco Ibáñez. De igual modo, este no es un libro de viajes: es un libro vivido. La ruta es espacial pero también temporal, a través de fragmentos de mi vida y de la agitada historia de España, viendo todas las ciudades y los caminos de este hermosísimo país. Porque España es también cuna de los grandes creadores de obras bellísimas, no sólo artísticas también literarias. Los propios escritores la han definido, la han cantado. A veces, la imagen que tenemos nosotros con una ciudad, cuando la visitamos por primera vez, la llevamos ya dentro por lo que otros han escrito sobre ella. Mi encuentro con Castilla, por ejemplo, venía ya inducido por mis lecturas anteriores, como Machado. O mi encuentro con Galicia, influido por Valle Inclán, Rosalía de Castro, Cunqueiro...

P También habla de la riqueza patrimonial y artística de España.

R Eso viene de la riqueza de la historia. España tiene esa diversidad porque por aquí han pasado distintos pueblos, distintas religiones y distintas concepciones de la belleza. Bajo ese punto de vista no hay ningún país en el mundo tan hermosamente variado como España. Italia podría competir, pero España tienen un gótico que no tienen Italia, y un mudéjar, y unas maravillas árabes que en buena medida no tiene Italia. Esta diversidad del arte español probablemente la sitúa en la cabecera del mundo por su variedad y riqueza. Roma es una hermosísima ciudad, con las grandes manifestaciones del imperio romano, que son únicas en el mundo, pero ese estilo basilical igual la hace más monótona. Nosotros tenemos esa diversidad que coincide también con esta especie de minicontinente que es España en cuanto al paisaje y a la belleza de este paisaje. En este libro, tan sumamente personal, hasta me permito decir cuáles son los paisajes que más me admiran de España.

P ¿Y cuáles son?

R Pues, por citar uno, diría la desembocadura del Miño en La Guardia, en Pontevedra. A mi me enseñaron a emocionarme y a pensar en España de esa forma literaria, y por eso digo: «Nada hay comparable a ver la puesta del sol desde Santa Tecla». Es la mejor vista marina de España, y marcó mi obsesión con el paisaje gallego, ya desde nuestro primer encuentro. Es llamativo, pero he visto gente que veranea en Ribadeo, como los Calvo Sotelo, que al ver el libro me dijeron que irían a Santa Tecla. Creo que es un libro que va a acompañar a mucha gente y les va a permitir descubrir muchos secretos, bajo mi literatura también.

P Habla de la mejor vista marina, ¿y de interior?

R Como paisaje interior, yo diría que está en la provincia de Soria, al menos es el que más me emociona: es el que se ve desde la casi destruida fortaleza califal de Gormaz. Lo he confrontado con varios amigos, también con un hermano que tengo, que es medievalista, y coincide en ello. Pero en todo caso es un libro completamente arbitrario, hecho de recuerdos míos y experiencias vividas en torno al paisaje y a las ciudades.

P Hay algo profundamente orteguiano en este libro, en ese respeto a la diversidad y también con esa afición de Ortega a recorrer España.

R Efectivamente, es orteguiano desde una racionalidad, pero también unamuniano, en cuanto a la capacidad de suscitar emoción. La misión nuestra, también la mía, es exponer el sentido histórico de España, pero también el sentimiento. Quizás nos ha faltado, a lo largo de estos años, mostrar e impulsar el sentimiento de España. Eso trato de hacer: empujar este sentimiento de España. Pero sí, hay algo de orteguiano y algo unamuniano, y también hay cosas de los grandes poetas que han cantado a España. Hay admiración y pasión, y muchas lecturas. Me ayudaron mucho Paseos por Roma de Stendhal, y también Viaje a la Alcarria. Pero yo no entro, como hace Cela, en la negrura ni en el desprecio brutal que, a veces, se le ve a Cela cuando describe a algunos alcarreños. Este libro es fruto de la admiración y de la pasión. Por eso siempre muestro una España en positivo.

P Es una España luminosa, alejada de la España negra.

R Totalmente. Una España que conmueva y que invite a ser admirada y reconocida desde esa variedad, esa diversidad, pero también esa cohesión. Me siento en España lo mismo en Oviedo que en Santa Cruz de Tenerife, Bilbao o Pontevedra.

P Ricardo García Cárcel reflexionaba, en una entrevista, sobre cómo, para acabar con los mitos del franquismo, se dejó espacio a los nacionalismos periféricos para crear lo suyos propios. ¿Lo cree así?

R Sí, y son además, esos mitos nacionalistas, mitos de guardarropía. Un escritor, ya en el siglo XVIII, decía: «Haced vosotros las leyes, dejadme a mí cantar las baladas de la nación». En estos años, por salvar al Estado de la dictadura, se hizo a costa de la nación. Pocas personas hemos cantado las baladas de la nación española, y esta es una gran balada que trata de cubrir lo que no se ha hecho. Esta es una gran balada de la nación española que se hace con los mimbres del paisaje, las ciudades, el arte, la filosofía le pensamiento... todo pasado por el tamiz de mi propio sentimiento que trato de contagiar a todos los españoles. Aparte de lo que me inculcaron mis padres, por mis viajes he conocido palmo a palmo todas las provincias españolas. Se da la circunstancia de que yo he casado a 503 parejas, con lo cual he visitado 40 o 42 provincias y ciudades, y muchas veces las he visto a través de los ojos de su felicidad.

Sobre Murcia y su magnetismo avasallador

Sobre Murcia y su magnetismo avasallador«Hay lugares que tienen un magnetismo avasallador, caprichoso, único. No son muchos, pero son. En ellos, uno no acaba de saber de dónde brota esa atracción a la que no se puede resistir. Porque no se trata exactamente de un paisaje, ni de una atmósfera, ni de una historia, y a la vez se trata de todo eso junto. Murcia, cuna del místico Ibn Arabi, el más grande de los maestros musulmanes, y del diplomático y escritor Saavedra Fajardo, enclave queridísimo de Alfonso X el Sabio, que se la arrebató a los musulmanes y quiso descansar en ella, es uno de esos lugares. Al menos para el viajero, que la ha visitado tantas veces y que siempre se ha ido de ella deseando volver pronto».