Un total de tres orejas se repartieron ayer en Bilbao, por distintos méritos, Diego Urdiales, Manuel Escribano y Paco Ureña, de una corrida de Victorino Martín de muy desigual comportamiento, pero en la que destacaron especialmente la brava clase del quinto de la tarde. La oreja que paseó el lorquino Paco Ureña fue el premio a la voluntad que puso en la muy dilatada faena al tercero, medido de casta y que, por ello, le agradeció más los muletazos en paralelo y a media altura que otros de mano baja y en redondo que le suponían mayor esfuerzo. En busca de un acople que llegó intermitente, se alargó Ureña de más, hasta que una fulminante estocada justificó la aparición de los pañuelos. Ya con el sexto, un sobrero grandón y desfondado, su reconocido empeño no dio para tanto.