En la rutina diaria de una empresaria, que tiene que hacer malabares con los niños, el negocio, y la casa, parece que no hay tiempo para su sexualidad, sin embargo, para evitar consecuencias físicas y psicológicas, una sexóloga recomienda dejar hueco en la agenda, al menos dos veces por semana. Carmen Jurado es sexóloga por la Universidad de Almería con amplia experiencia en el abordaje de la salud sexual y ha impartido el taller 'Haz hueco en la agenda para tu sexualidad' a una asociación de empresarias cordobesas a quienes ha explicado los beneficios físicos y psicológicos de mantener una vida sexual activa. «La falta de atención a la sexualidad, ya sea en pareja o en solitario, puede provocar trastornos sexuales»: falta de deseo sexual, deshidratación, anorgasmia y dispareunia, sostiene la experta. Y como en la sexualidad el plano físico y psicológico están conectados, recuerda que en la actividad sexual se segrega oxitocina, una hormona que ayuda a nutrir el núcleo amoroso, que aporta también bienestar emocional e intimidad en la pareja. Por eso defiende la actividad sexual, al menos dos encuentros sexuales a la semana; «no se trata de hacer un cuadrante, pero sí negociarlo y reservar un hueco en la agenda para ello». Aunque la mujer lleve un ritmo de vida vertiginoso, la falta de relaciones sexuales con su pareja puede llegar a deteriorar la relación porque se posponen los momentos de intimidad; «miradas, gestos, abrazos, muestras de cariño son esenciales para no perder la cohesión de pareja».

¿La carencia sexual puede motivar que se busque el placer fuera de la pareja? «No es causa y efecto» pero «si nos sentimos insatisfechas, puede ocurrir que se tengan expectativas con otras personas», explica Jurado quien matiza que «también es cierto que la base para que esto no ocurra es el amor, si lo hay en la pareja, se pone solución a cualquier problema».

Así, resulta paradójico que el estrés asociado a la vida laboral provoque un deterioro de la experiencia erótica porque, sin embargo los encuentros sexuales satisfactorios influyen en el bienestar; «aumenta la autoestima, atenua el dolor e incluso, calma el estrés».