En los últimos años, el ciberbullying se ha convertido en el problema que más afecta a los adolescentes en todo el mundo. De hecho, en España el 81% de los jóvenes sufre esta forma de violencia. En la mayoría de las ocasiones, el acoso cibernético tiene su origen dentro de las aulas, pero lo que podía ser un momento de tensión en clase, con las nuevas tecnologías deriva en un ciberacoso que trasciende las paredes del colegio y se cuela en todos los ámbitos de la vida de la víctima.

Por este motivo, Always On -empresa de servicios tecnológicos experta en seguridad digital- ha identificado las distintas etapas del ciberbullying con el fin de que los propios menores sean capaces de reconocer ser objeto de acoso desde las fases más tempranas del problema y poner freno así a esta situación.

Cómo detectar el ciberacoso

1. Burlas: La ridiculización del menor por su aspecto físico o por otras características, que al principio suele ser algo puntual dentro del aula o en el recreo, empieza a repetirse con más frecuencia hasta el punto de recibir mensajes fuera del horario escolar que minan la moral de la víctima.

2. Amenazas y chantajes: Esta situación provoca en el menor una mayor vulnerabilidad y un incremento de la introversión que se hace patente en su entorno privado. Aunque el alumno es consciente de su situación, ya no es capaz de exteriorizar los problemas.

Es frecuente que en esta fase los acosadores amenacen a la víctima con situaciones que podrían producirse en la vida real, tanto en el colegio, como fuera de él, e incluso les coaccionen con fotografías u otros objetos personales con los que pudieran hacerles daño.

3. Suplantación de la identidad: A menudo, cuando el acosador se ha hecho con el control psicológico de la víctima, consigue hacerse también con el control de sus redes sociales. De esta forma la ridiculización del menor traspasa el ámbito escolar para alcanzar a todos sus contactos digitales. Cuando el acoso se hace viral, el ciberbullying es ya imparable.

Para evitar llegar a estas situaciones límite, y puesto que la víctima es consciente de su acoso desde el inicio del problema, los padres, tutores y docentes deben aprender a captar estas señales y ayudar al menor a manifestar sus experiencias del día a día.

Estar alerta si la vida social del menor se reduce y dejan de producirse las tan frecuentes invitaciones a cumpleaños, si se le excluye de las actividades extraescolares con los compañeros o si evita comentarios y anécdotas de su vida diaria son la clave para que el entorno ayude al menor a reconocerse víctima de ciberacoso y juntos puedan poner las pautas para frenar y solucionar el problema.