De cara a San Valentín hemos tratado de identificar los errores y malos hábitos de comunicación más comunes entre las parejas para intentar de corregirlos. Muchas veces sin darnos cuenta se utiliza un lenguaje que intimida olvidando que somos compañeros de viaje y no rivales.

Partiendo de que, sin duda cada persona es única, existen lugares comunes en la comunicación que establecemos con la pareja que marcan el día a día y que en muchos casos contaminan e intoxican un espacio íntimo que debería estar caracterizado por el bienestar más que por la guerra de sexos.

Según explica a Infosalus la psicóloga Arantxa Coca, especializada en terapia de pareja y autora de 'Así eres, así amas' (Esfera de los Libros, 2016), aunque a las personas nos disguste ser consideradas previsibles y clasificables, deben existir modelos antropológicos que expliquen la forma de comunicarnos, nos ayuden a entender nuestra actuación y el papel que juegan los otros en esa comunicación.

La autora aporta en su obra una clasificación de perfiles y roles personales que nos retratan como integrantes de la pareja y que se convierten en un medio para que el lector se descubra a sí mismo y cómo entiende sus relaciones sentimentales. Todo ello con el objetivo de lograr relaciones de pareja sanas y felices.

Los perfiles en la pareja son dibujados de este modo como el sumiso, el antidependiente, el crítico y el ponderado, mientras que Coca apunta como los roles más utilizados el de víctima, perseguidor, salvador o amigo. "Deberíamos tender a ser ponderados, si suavizamos nuestros rasgos de personalidad, podemos ser compatibles con el otro. Todas las parejas son compatibles si se lo proponen", señala la autora.

Cambios por amor y "zona de confort"

"El amor nos transforma, supone una forma de crecimiento personal que consigue sacar lo mejor de uno mismo y en pareja, lograr esto, es una muestra de inteligencia emocional. Estar motivado para hacer autocrítica y doblegar el ego es la mayor prueba de amor", comenta Coca.

El problema es cuando estamos cómodos en determinados perfiles de los que no somos conscientes, ya que la comunicación emocional es muy sutil, y que aunque naturales no generan bienestar sino que crean conflicto. Si pensamos que son rasgos imposibles de cambiar en realidad nos estamos situando en una 'zona de confort' que no reporta felicidad.

En cuanto a los roles, la autora señala que todos jugamos a todos y es fácil pasar de uno al otro aunque nuestra forma de ser condiciona que seamos más proclives a unos u otros roles. Además, Coca apunta a la importancia de lo aprendido en casa ya que los roles son una forma de comunicación y los copiamos de modelos como los padres.

"Para salir de este encierro de rol lo primero es reconocerlos, encontrar información y reflexionar sobre ello y cuando ya sabes que un comportamiento es de un tipo u otro, lo importante es identificarlo en nuestra conducta primero porque eliminarlo es difícil, no es de un día para otro", comenta la autora, miembro fundadora del Centro Especialista en Ansiedad y Familia, donde trabaja como terapeuta.

Trucos de dominio psicológicos

"Aunque todos estos trucos se emplean para afianzar la relación, el no moverse en la espontaneidad tiene sus riesgos y no asumir el riesgo de ser más flexible nos puede pasar factura", indica la autora.

Coca apunta a Infosalus que los principales trucos psicológicos y físicos empleados en la comunicación en pareja como un medio para controlar la relación y al otro son la fantasía paranoica y el 'me lo debes'.

* 'Me lo debes': se basa en que en las relaciones amorosas siempre se esperan ciertos privilegios por parte del otro por el hecho de ser pareja. "Es considerar que como pareja estamos por encima de los demás en la relación que tenemos con el otro y si no es así es que no nos reconocen como tal y empiezan los problemas", comenta Coca.

En el 'me lo debes' se genera una especie de 'deuda' que hipoteca a la pareja, es una forma de control sobre la persona cuando se utilizan estas expectativas para presionar al otro a hacer algo contra su voluntad o bien negarse a ofrecer algo.

Así se pueden presentar mensajes como: "Soy tu mujer, no es normal que todavía no conozca a todos tus amigos"; "Soy tu marido y me debes un respeto delante de tu familia"; o "Soy tu pareja, no me puedes negar que tengamos sexo, ¿o tengo que buscarlo en otra persona?".

* Fantasía paranoide: "no entender algo de la conducta de la pareja o algún hábito que esta tenga puede generar sensación de pérdida de control de la relación", señala Coca en las páginas de su libro.

Cuando no se entiende algo que hace el otro y la interpretación que se realiza es en negativo, como pensar que oculta algo o no confía lo suficiente en nosotros, y consideramos que hasta sus pensamientos deberían estar al descubiertos, nos encontramos ante una fantasía paranoide.

"¿En qué piensas?", ¿Por qué has tardado más en regresar del trabajo?", "¿Con quién hablabas por teléfono que te reías tanto", son cuestiones que buscan ejercer cierto control sobre el otro, incluso en los pensamientos.

Trucos físicos sutiles para controlar

Entre los trucos sutiles físicos, la psicóloga y psicopedagoga señala como los más comunes subir el tono de voz y los sonidos guturales. "Se trata de trucos de intimidación, que buscan debilitar al otro para que al final pierda la paciencia, quitarle la razón y que termine haciendo lo que deseas que haga".

Cuando se emplean los sonidos guturales no se habla sino que se producen sonidos con la boca y las cuerdas vocales como chasquidos, resoplidos, etc. Si se emplean de forma puntual pueden expresar descontento o disconformidad pero de forma repetida suelen formar parte de una estrategia de provocación para molestar al otro.

Subir el tono de voz es un 'arma' que puede utilizar la pareja al tratar un tema importante, cuando desea reafirmarse en algo o requiera que le presten atención. Es la frecuencia y duración del tono de voz lo que lo convierte en una herramienta de poder sobre la pareja.

Si se llama la atención sobre ello la respuesta suele ser "yo hablo así" o "estoy enfadado" pero la consecuencia buscada es que para que no suba el tono de voz el otro deja la conversación y concede aquello que quería la pareja con tal de no discutir así.

"Poned en alerta vuestros sentidos cuando habléis o discutáis en pareja, observad qué palabras elegís y qué tono utilizáis y regularlo. No os impondréis sobre el otro, sino que pasará algo mejor: os entenderéis desde el respeto", concluye la autora desde las páginas de su manual de autoayuda para parejas.