Watson, quien señaló que es la primera vez que los japoneses responden de forma tan violenta a sus provocaciones, dijo que el proyectil incluso dobló una placa y dejó una rozadura en su pecho, según la radio ABC.

La tripulación japonesa también reaccionó a las bombas fétidas lanzadas por los activistas tirándoles granadas de fogueo, una de las cuales causó heridas leves a un ecologista del "Steve Irwin", que intenta sabotear las actividades del ballenero.

Japón puso en marcha en noviembre pasado su programa anual de captura de cetáceos "con fines científicos", pese a que la Comisión Ballenera Internacional solicitó en junio a Tokio que lo parase.

Desde entonces, el gobierno australiano vigila a los pesqueros nipones con un barco del Departamento de Aduanas, que graba en vídeo sus operaciones por si algún día se necesitan pruebas de cara a un futuro proceso ante un tribunal internacional.

En enero, un juez australiano declaró ilegal la caza de ballenas en la reserva marítima declarada por Camberra en la Antártida, declaración que Japón no reconoce por entender que el territorio no pertenece a Australia.