Este árbol, que abunda en el paraíso prometido a los musulmanes en la otra vida, y que ya fue protegida por Hamurabi cuando reinaba sobre Babilonia (actual Irak) entre los años 1792 y 1750 antes de Cristo sufre ahora la violencia y el olvido.

Para evitar que continúe languideciendo, el ministerio de Agricultura ha lanzado una campaña con el objetivo de rescatar la palmera iraquí, aumentar su número, rehabilitar los cultivos datileros y animar a los campesinos a que planten nuevos árboles.

Las instituciones oficiales destinarán para ello un total de 141.000 millones de dinares iraquíes (alrededor de 114.600 millones de dólares), según fuentes del ministerio de Agricultura.

La primera parte del proyecto entró en vigor en 2004 con un coste de 19.000 millones de dinares iraquíes.

El director del comité de palmeras de ese ministerio, Faraón Mohamed Husein, explicó que gracias a esta inyección de capital se ha podido construir semilleros de palmeras y cultivos para las datileras viejas.

Husein agregó que espera ver finalizado el proyecto dentro de una década y precisó que el plan abarca 26 zonas diferentes repartidas por ocho de las diecinueve provincias iraquíes.

Un total de 90.000 millones de dinares del presupuesto se dedicarán a rehabilitar los campos dañados por las guerras que libró Irak con Irán en la década de los años 80 y con Kuwait en la de los 90.

Como consecuencias de estos conflictos y de la violencia diaria que mina la convivencia en el país, Basora, antaño la provincia más rica en palmeras, ha visto reducida su población de este tipo de árboles de trece millones a tan sólo tres, de los cuales no todos son capaces de dar frutos.

Estos datos se han podido conocer gracias a un estudio elaborado por el subdirector de agricultura de Basora, Yuma Judeir, según el cual su alarmante reducción también se debe a que los campesinos han dejado de plantar palmeras.

Esta nueva actitud es consecuencia de varios factores como la falta de mercados internacionales, la desaparición de la compañía general para la exportación de este producto o el cierre de fábricas y almacenes para tratar este tradicional manjar de oriente.

No hace mucho, las carreteras que unían Basora con Al Qarna (a 100 kilómetros al norte) y Fao (a 100 kilómetros al sur) estaban sembradas de decenas de factorías para el tratamiento y la manipulación de este fruto.

Ahora sólo queda un puñado de fábricas que apenas son capaces de abastecer el mercado local o el de los países vecinos.

En 1980 antes del comienzo de la guerra con Irán, Irak exportaba al menos 5.000 toneladas de dátiles anuales; lo que suponía la segunda fuente de ingresos del país tras el petróleo.

En aquella época, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia eran los principales importadores de dátiles.

La palmera iraquí sueña con recuperar su máximo esplendor, alcanzado en 1962 cuando su número alcanzó los treinta millones de ejemplares de 531 tipos diferentes.

Entonces, una cuarta parte de las palmeras que se extendían por el planeta, daban sombra en Irak.