El CIMAR, creado por el Ayuntamiento de Santa Pola y la Universidad de Alicante, ha detectado que en la última década la Oculina patagonica ha pasado de estar presente sólo en zonas portuarias y puntos muy localizados del litoral de Alicante, Murcia y Almería a expandirse indiscriminadamente desde la Costa Brava al Estrecho de Gibraltar.

El calentamiento global eleva progresivamente la temperatura del Mediterráneo y esta "tropicalización" de las aguas es la causa más probable de dicho crecimiento, opinó en declaraciones a Efe el director científico del CIMAR, Alfonso Ramos, que dirige el estudio junto a los biólogos Maite Vázquez y Andrés Izquierdo.

La Oculina patagonica es un coral procedente del entorno del Mar de Plata (Argentina) y sur de Brasil que se fija a las rocas de hasta 15 metros de profundidad y que de día se alimenta de unas algas simbiontes (zooxantelas) que realizan la fotosíntesis y de noche por la captura de plancton.

Según Ramos, se especula que llegó al Mediterráneo en el siglo XVII adherido a los cascos de los galeones y fragatas españoles procedentes de las Indias Occidentales.

Precisamente, las fragatas militares que escoltaban a los galeones del Nuevo Mundo tenían su base de reparaciones en la bahía de Cartagena, donde los barcos eran sacados del mar para la limpieza de los cascos antes de volver a navegar.

El hecho es que posiblemente estos corales estuvieran adheridos al casco y al ser despegados empezaran a colonizar las aguas de la bahía murciana.

Se da la circunstancia de que las colonias más importantes se encuentran en esta zona (algunas de cerca de un metro cuadrado) y localizadas en puntos muy concretos, y hasta ahora no tenía una incidencia negativa.

En el siglo pasado y en la década de los setenta pasó a detectarse en los diques y espigones de los puertos comprendidos entre el cabo de San Antonio (norte de Alicante) y de Gata (Almería), posiblemente, a raíz de ser transportada por embarcaciones.

Sin embargo, el problema se ha detectado desde hace una década, cuando este coral tropical pasó a ser considerado como "invasor" al comenzar a expandirse por el litoral hasta el punto de que actualmente ya se halla en algunos de los lugares mejor conservados del Mediterráneo español, como la isla de Tabarca o el cabo de Palos, donde compiten favorablemente con otras especies de fauna y flora.

Para Ramos, este crecimiento puede ser "preocupante" dado que la Oculina patagonica "desplaza" a las especies autóctonas, como el coral mediterráneo Cladocora, que parece estar en regresión debido, probablemente, a la mayor competencia unida al calentamiento y el incremento de la turbidez en el agua.

Además del citado coral, Maite Vázquez explicó que el CIMAR analiza el comportamiento de otras especies "invasoras" en el Mediterráneo como la variedad cylindracea del alga verde Caulerpa racemosa, originaria de Australia y que debe su nombre a que tiene apariencia de un pequeño racimo de uva de color verde brillante.

Se encuentra distribuida a lo largo de todo el Mediterráneo y podría haber llegado el pasado siglo por el "agua de lastre" que traen los barcos de mercancías desde otros océanos, o bien por esporas desde la parte oriental.

En el Mare Nostrum ha encontrado un hábitat óptimo donde llega a crecer como una enredadera hasta dos centímetros diarios en verano sin que tenga predadores.

Se coloca encima de otras algas autóctonas hasta llegar a ahogarlas por enfangamiento y no permite la entrada de luz mientras que, además, sus frondes (hojas) tienen toxinas que ahuyentan a los peces y crustaceos herbívoros, aunque no son nocivas para la salud humana.

Vázquez advirtió de que actualmente coloniza tanto zonas marinas degradadas como de alto valor ecológico (caso de la pradera de Posidonia oceanica) y consideró que su impacto puede ser "grave" para el ecosistema, ya que se estima que su expansión se ha multiplicado por ocho en los últimos cuatro años.