"Nosotros no tenemos desarrollo ni infraestructuras. Apenas emitimos gases nocivos para la atmósfera. Así que, mientras los países ricos contaminan y la tierra se calienta, nosotros somos las víctimas", dijo a Efe desde Dacca un portavoz del Centro de Estudios Avanzados de Bangladesh (BCAS), Jandakar Mainudin.

En el país, configurado en torno al extenso delta de Sundarbans, formado por los ríos Ganges, Brahmaputra y Meghna, unos 60 de sus 140 millones de personas -la inmensa mayoría, pobres- viven a menos de 10 metros sobre el nivel del mar, lo que les hace especialmente vulnerables a cualquier cambio del medio.

"Hay muchas personas afectadas. Nuestra tierra es muy plana y en las costas la gente tendrá que huir hacia el norte. Aun así, tenemos la ventaja de que es un proceso que ocurrirá lentamente", dijo a Efe el profesor de ecología A.Q.M. Mahbub, de la Universidad de Dacca.

Según un informe hecho público este mes, el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU prevé para el año 2100 un aumento del nivel del mar que amenazará las áreas costeras y las planicies del país, dominadas por el delta de Sundarbans ("selva hermosa", en bengalí).

De los grandes ríos, Bangladesh obtiene la fértil fuente de su agricultura, dependiente de las lluvias del monzón, mientras que la acción del océano ha permitido la extracción de sal y el desarrollo de la actividad pesquera.

Y ahora, con el aumento de la temperatura media mundial y el deshielo de los glaciares del Himalaya y las áreas polares, la línea de costa del país, donde está la mayor playa del mundo (Cox´s Bazar, con unos 120 kilómetros de largo), sufre ya la presión de las aguas.

"Es como si el tiempo se hubiera vuelto loco: hay demasiadas lluvias o muy pocas. El mar entra en el delta y los ríos llevan cada vez menos agua. Algunas islas costeras ya han desaparecido", relató por teléfono Mainudin.

Cuantificado en tres milímetros anuales por el Banco Mundial, el aumento del nivel del mar tiene relación con el calentamiento terrestre, pero también con la disminución del caudal de los principales ríos del país, ahogados por la construcción de presas y la erosión.

El Ganges, el Brahmaputra y el Meghna arrastran toneladas de sedimentos que modifican el terreno, y actúan como un poderoso agente contra el deterioro ambiental de las riberas, donde han construido precarias viviendas millones de personas en desafío al evidente riesgo que supone residir al nivel del agua.

Cada año, los aproximadamente 95 millones de campesinos de Bangladesh esperan con una mezcla de miedo y ansia el fin de la sequía y las inundaciones que llegan con el monzón, tan importantes para su sustento y la fertilidad de los cultivos como peligrosas para sus vidas.

"Nuestra cultura bendice las lluvias del monzón porque son muy importantes para los cultivos. Pero, debido al cambio climático, las inundaciones graves son cada vez más frecuentes. Basta comprobar las fechas de las últimas", mantiene Mahbub.

Entre la catastrófica crecida de 1954 y la siguiente de efecto similar pasaron 20 años, según el profesor. Luego, el intervalo se redujo a 14 años (1988), más tarde a 10 (1998) y posteriormente a 6, en el año 2004, cuando tuvo lugar la última gran inundación, que causó 600 muertos y 4 millones de desplazados.

La constatación del cambio climático debe llevar, según el BCAS, a que los países ricos reduzcan sus emisiones de gases con efecto invernadero, pero también al desarrollo de proyectos piloto de ayuda, porque, dice Mainudin, "aparte de las grandes palabras hay que hacer algo aquí y ahora".

Y mientras el cambio climático se cierne como una amenaza para el futuro de los bengalíes, millones de campesinos pobres aguardan en el delta de Sundarbans la llegada, como un reloj, del próximo monzón.