Según informó hoy la agencia estatal Xinhua, la nueva central estará en la ciudad-oasis de Dunhuang, en la Ruta de la Seda y cerca de la frontera con la desértica región autónoma uigur de Xinjiang.

La construcción de la nueva planta llevará unos cinco años y estará a cargo de la compañía pequinesa Zhongha New Energy Investment (Beijing).

Cubrirá 31.200 metros cuadrados en una zona que, de acuerdo con datos oficiales, tiene 3.362 horas de sol al año, por lo que el Gobierno la considera clave para el desarrollo de este tipo de energía, una de sus apuestas para diversificar sus fuentes energéticas.

Precisamente hoy responsables chinos alertaban, una vez más, sobre el incremento de la dependencia del petróleo extranjero para sustentar el veloz y desordenado crecimiento de la economía china, que en cualquier caso sigue teniendo al carbón como principal motor.

"El mundo está esperando a ver cómo responde China a los desafíos energéticos. Dentro de nuestra flora, tenemos muchas plantas que pueden ser usadas como materia prima para producir combustibles ecológicos", apuntó hoy en un seminario Shi Danghoan, presidente de la Asociación China de Energías Renovables.

La nueva central de Gansu competirá además con la que se construye en la región española de Murcia, con una capacidad prevista de 60 megavatios y a la que una compañía china proporcionará más del 60 por ciento de sus células fotovoltaicas.

Pekín se ha propuesto elevar el uso de energías renovables en los próximos años al 13 por ciento, desde el 7 por ciento actual, aunque esta cifra es considerada insuficiente por los grupos ecologistas.

Además, no está claro si en esa cifra se incluye la energía hidroeléctrica, que los expertos no consideran "limpia" debido a los costes ecológico y sociales que entraña su construcción.