Semana Santa en Murcia

Viernes Santo en Murcia: Los Salzillos conquistan una ciudad entregada por completo a la Pasión

La procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la más emblemática de la Semana Santa murciana, emociona a mayores y pequeños

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

La mañana del Viernes Santo es de los Salzillos, las tallas más preciadas de la Semana de Pasión de Murcia. No solo sale a la calle una cofradía, sino que se saca el patrimonio, la cultura y el corazón de una ciudad. Pasaba un minuto de las 8 de la mañana cuando se abrían las puertas de la Iglesia de Jesús, en una atestada Plaza de San Agustín, y salía la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Había llegado el día después de un año.

Todos los pasos de esta procesión son del escultor murciano Francisco Salzillo, excepto uno, Nuestro Padre Jesús Nazareno. El primero muestra la Santa Cena, un impresionante conjunto del barroco de 1763 (encargado dos años antes) con trece figuras en torno a una mesa repleta de frutas y dulces. Tal es su envergadura, que cuando pasa por la calle San Nicolás, ya de regreso, los espectadores de la procesión se tienen que levantar para facilitar el paso a los 28 estantes que cargan el paso, ya cansados.

Viernes Santo: La Santa Cena, de Salzillo, a su paso por la calle San Nicolás

Ana Lucas

El sol también ha querido respetar a este viernes santo primaveral, en donde el calor solo se hacía menos soportable en las zonas que no estaban a la sombra y a partir del mediodía. "Ya pica un poco", comentaban una mujer que esperaba pacientemente su paso favorito, El Prendimiento, más conocido como El Beso (1763). Es la historia de una traición, la de Judas a Jesús. Se hace muy difícil no romper en aplausos a su paso.

Todos los balcones están abiertos y con sus residentes asomados, grabando con el móvil las escenas bíblicas que pasan por sus calles una vez al año

Quien tenga un balcón por la ruta que siguen los Salzillos es un privilegiado. Todos están abiertos de par en par y con sus residentes, asomados y grabando con el móvil las escenas bíblicas que pasan por sus calles una vez al año. Para el que no cuenta con esas suerte ni con silla para ver la procesión, hay multitud de enclaves emblemáticos donde poder ver a estos conjuntos como el de La Oración del Huerto (1.754), anterior a El Prendimiento, o Los Azotes (1777), el posterior.

Uno de estos rincones se encuentra en la Calle Azucaque con la calle Escultor Salzillo. Los estantes han de realizar complicadas maniobras para girar los pasos, sobre todo los de mayor peso y tamaño. La Plaza de Belluga, con la imponente catedral, es otro de los lugares elegidos para ver llegar a La Verónica (1756) desde la calle del Ángel. Decenas de móviles en alto cuando se acerca. "Está preciosa", se escucha entre murmullos. Muchos han sido los artistas que han realizado paños para esta imagen: Muñoz Barberán, Claros, Pedro Arrúe o Pedro Cano, entre otros. "Nunca he visto una procesión tan de cerca", se oye también.

"Desde la noche anterior están atacados", comenta una mujer de un grupo de esposas que esperan para ver a sus maridos

Las familias son esenciales en las cofradías, no solamente porque la figura del penitente se va sucediendo de padres a hijos, sino porque gran parte de los espectadores de las procesiones son las familias de los nazarenos. "Desde la noche anterior están atacados", comenta una mujer de un grupo de esposas que esperan para ver a sus maridos.

Las horas van pasando y las chaquetas sobran a todo el mundo. Pero todos van a esperar a La Dolorosa (1755), que cierra el paseo de los Salzillos este Viernes Santo. Los niños son más impacientes, pero para eso van los penitentes hinchados de caramelos y otros dulces. Y no solo eso. También reparten pulseras coloradas que también gustan a los más mayores.

Con La Caída (1752), se hace el silencio. Se trata de uno de los pasos que más estremecen. Dos sayones están a punto de golpear a Jesús, que ya está postrado en el suelo, ante la mirada de un soldado, indiferente, y Cirineo intenta levantarle la cruz con la que va a ser crucificado.

Nuestro Padre Jesús Nazareno, a su paso por la calle San Nicolás

Ana Lucas

Justo después llega Nuestro Padre Jesús Nazareno (1600), el único paso de esta procesión que no está tallado por Francisco Salzillo. Ni siquiera se conoce su autoría, pero a partir de esta imagen se creó la cofradía. Los tambores que suceden a esta escultura, la más antigua de las que procesionan esta mañana, otorgan solemnidad al momento. Sorprende ver a algún pequeño, que apenas acaba de comenzar a dar sus primeros pasos, golpear su pequeño tambor.

El Apóstolo San Juan, por la calle San Nicolás

Ana Lucas

El Apóstol San Juan (1756) y la ya citada Dolorosa cierran la procesión más simbólica de la Semana Santa de Murcia, que poco a poco va llegando a su fin. Hay, incluso, quienes comentaban mientras veían la procesión sus planes para las Fiestas de Primavera: unos están sacando sus trajes para el Bando de la Huerta, otros piensan en unos días en la playa...

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El presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, asistió a la procesión de los Salzillos, que definió como "una de las mañanas más especiales de la Semana Santa". "Hoy las calles se convierten en auténticos museos con las obras de Francisco Salzillo de la mano de una cofradía que atesora más de 400 años de historia", destacó. Asimismo, señaló que "la Semana Santa de la Región de Murcia es una seña de identidad, de tradición y de nuestra cultura pero también es un activo turístico, económico y social". Por eso, aseguró que "desde el Gobierno regional vamos a seguir fomentando nuestras tradiciones e identidad, contribuyendo a conservar y mejorar ese patrimonio histórico, artístico y cultural que es único en el mundo".