Semana Santa

Jueves Santo en Murcia: El Refugio, principio inmortal sano y salvo

Murcia se recogió para vivir, con tambores y cofrades mudos, su procesión del Silencio

Procesión del Silencio en Murcia.

Procesión del Silencio en Murcia. / Juan Carlos Caval

Ana Lucas

Ana Lucas

En el sitio donde mataron a Jesús levantaron una iglesia. Fue en el siglo IV, tras encontrar Elena de Constantinopla (luego santa) tres cruces cerca de una tumba. Ese templo, el del Santo Sepulcro, está considerado el lugar más sagrado de la Cristiandad, y fieles y turistas hacen colas de horas para estar, durante apenas unos segundos, en el Sagrado Edículo, la estructura, dentro de la iglesia, en la que se halla la losa sobre la cual reposó el cuerpo del Redentor.

En el Gólgota que salió este Jueves Santo a la calle en Murcia, en la procesión del Silencio, había rosas rojas, como un reguero. Todo el cuidado, todo el mimo y todo el respeto que no tuvieron los romanos en aquel primer Jueves Santo de la historia, cuando aún para el mundo no era santo, lo tuvieron los nazarenos de la Cofradía del Santísimo Cristo del Refugio a la hora de sacar al señor de San Lorenzo en procesión. 

Procesión del Silencio en Murcia.

Procesión del Silencio en Murcia. / Juan Carlos Caval

El desfile silente lleva décadas siendo un clásico, un parón en el camino de la Semana Santa huertana de mona con huevo, de saludar al amigo a gritos, de ‘nazareno, un caramelo’, de ‘dale algo al crío’. Cabe recordar que en 1942, cuando se fundó la cofradía, implantó en Murcia un concepto de desfile distinto: silencio, no cabe jolgorio alguno, Cristo ha muerto por todos nosotros.

La idea la adoptarían después las cofradías del Rescate y La Salud (que procesionan en Martes Santo, entre la épica y la belleza) y el Yacente, que este Sábado Santo invade de luto blanco la ciudad. 

Voto de silencio

En la procesión del Silencio solo hay tambores. Los nazarenos, mudos: no pueden abrir la boca desde el mismo momento en que se visten. Hacen voto de silencio en Jueves Santo y han de mantenerlos hasta después de medianoche, ya Viernes Santo: y es que está prohibido hablar hasta que se recoge toda la procesión, el Refugio vuelve a su camarín y Murcia se enciende de nuevo.

"Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo"

Enunció Platón, siglos antes de que Jesús naciese, muriese y resucitase, que «cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo». El Cristo muerto del Jueves Santo murciano se derrama sobre la ciudad y de su luz brota el destello con el que brillarán, este Viernes Santo por la mañana, los Salzillos. 

Como el Antiguo Testamento es revelación el Nuevo, dice el Libro de Job: «Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo»