La Opinión de Murcia

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Semana Santa en Lorca

Y al tercer día resucitó

El ‘Palero’ cierra los desfiles de la Semana Santa acompañado de su Madre, la Virgen de la Asunción y Encarnación

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Domingo de Resurrección en Lorca Pilar Wals

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado para embalsamar el cuerpo de Jesús. Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Estaban aún desconcertadas ante el caso, cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandecientes que, al ver cómo las mujeres se postraban rostro en tierra llenas de miedo, les dijeron: ‘Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo. No está aquí; ha resucitado. Recordad que él os habló de esto cuando aún estaba en Galilea. Ya os dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día’.

Lo ocurrido fue de boca en boca mientras todos alzaban la voz para decir: «¡Aleluya, aleluya… Jesús Resucitó!» Y, de nuevo, este domingo —de acuerdo con la Biblia— Dios lo resucitó de entre los muertos, ascendió al cielo, a la diestra de Dios y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.

Lorquinos y visitantes se levantaban este domingo bajo un sol radiante y un cielo azul presagio de que atrás va quedando el frío invierno y la primavera comienza a hacerse hueco. Repique de campanas y cohetes lanzados desde el casco antiguo hasta lo más alto para anunciar que Jesús ya no está en el sepulcro, que acaba de resucitar. El ‘Palero’ cierra los desfiles de la Semana Santa lorquina acompañado de su Madre, la Virgen de la Asunción y Encarnación.

Había muchas ganas de volver a las calles y mostrar los estrenos que quedaron sin salir: no procesionaban desde dos años antes de la pandemia

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Anoche, la Madre abandonó por unos instantes a su Hijo para a hombros subir hasta lo más alto del barrio de Santa María. Otrora la imagen pasaba la noche allí en las ruinas del viejo templo que un día fue su casa, como también lo fue de su Hijo. No hubo noche en vela, pero sí un homenaje a todos aquellos mayores que durante años cuidaron a esta Madre en los instantes previos de saber que su Hijo ya no estaba muerto, que había abandonado el sepulcro para redimir a todos de sus pecados.

La Plaza de España, la conocida como Plaza Mayor más bonita de toda la Región, lucía este domingo los colores del Resucitado. Un jardín de flores acompañaba a la Madre que se encontró con el Hijo teniendo como testigo a todos los estandartes de las cofradías de Semana Santa de la ciudad. Y las ‘aleluyas’ de mil colores caían desde todos los balcones al paso de Jesús Resucitado, al paso de la Virgen de la Asunción y Encarnación.

El último desfile recorría la vieja ciudad. Y lo hacía por calles serpenteantes donde las ‘cicatrices’ del terremoto están aún muy presentes. El arco de la calle Selgas, bajo la Casa Consistorial, llevaba el cortejo por la zona más degradada. Casas solariegas y palacios cerrados a cal y canto esperando que sus viejas cancelas vuelvan a sentir el ir y venir de antaño. Al paso por el Archivo Histórico Municipal la calle se hacía más estrecha. El andamio del solar del futuro Palacio de Justicia complicaba a los portapasos su transitar. Salvado este tramo, el recorrido mejoraba, aunque no por mucho tiempo, ya que la entrada en Fernando el Santo de nuevo traía viviendas repletas de desolación. La Casa del Reloj, con su magnífica rejería, ofrece un cierto halo retro que impregnaba el lugar de cierta belleza.

El último desfile recorría la vieja ciudad por calles serpenteantes donde las ‘cicatrices’ del terremoto están aún muy presentes

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Cuesta abajo, camino de la Plaza de la Concordia, se hacía visible la iglesia de San Francisco desde cuyo campanario volteaban las campanas en señal de júbilo por el paso del Resucitado. Y, mientras, desde los balcones siguen cayendo a modo de lluvia, pétalos y ‘aleluyas’. Media docena de pequeños vestidos de monaguillos con sus trajes rojos y puntillas blancas tocaban campanillas. Y mujeres ataviadas con mantilla blanca acompañaban a la titular de la Archicofradía de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, Asunción y Encarnación de Nuestra Señora.

Bajo un sol luminoso el cortejo se adentraba en la Corredera y, desde allí, hasta la calle Álamo. La parte final de la procesión mostraba un colorido esplendoroso. La Plaza de España abarrotada de público recibía al Resucitado y a la Virgen de la Encarnación. El Resucitado es una bella y muy notable escultura en madera tallada realizada en 1800 por Roque López. Conocida popularmente como el el ‘Palero’, estuvo originariamente en la iglesia de Santa María desde donde fue trasladada a San Patricio tras la guerra.

Representa a Cristo, con una tipología apoteósica común a esta iconografía, con un pie en el sepulcro y otro en el aire, manto de amplio vuelo y portando el estandarte victorioso de su triunfo frente a la muerte. La imagen es alcalde honorario de la ciudad. El nombramiento se hizo efectivo como reconocimiento al largo tiempo que la escultura había pasado en el Consistorio. En torno a su figura hay muchas leyendas que cuentan que fue probablemente por su brazo levantado, lo que llevó a algunos a salvarlo de la quema que sufrieron muchas otras imágenes en aquellos días de desconcierto.

La recogida de las dos imágenes en su sede religiosa, la antigua colegial de San Patricio, fue seguida por cientos de fieles

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No corrió la misma suerte la antigua imagen de la Encarnación. La actual, realizada en 1941 por el escultor valenciano José Gerique Roig, vino a sustituir a la antigua imagen que había en la iglesia de Santa María. Era una bella escultura de autor anónimo de principios del siglo XVIII y que fue retocada por Roque López en 1797.

La Virgen de la Encarnación muestra una expresión dulce. Se representa con idealizados rasgos adolescentes, de casi una niña, en la que destaca su cara ovalada de resaltado y redondeado mentón. En su mano izquierda sujeta entre sus dedos un pequeño cetro como atributo regio.

La recogida de las dos imágenes en su sede religiosa, la antigua colegial de San Patricio, fue seguida por cientos de fieles que abarrotaban no solo la Plaza de España, sino también la entrada al templo. Ya en su interior se celebró una misa solemne.

En los últimos días la preocupación ha sido máxima entre los directivos de la archicofradía. Y es que Jesús Resucitado y la Virgen de la Encarnación no procesionaban desde dos años antes de la pandemia. La lluvia obligó a suspender el último desfile de Domingo de Resurrección antes del obligado confinamiento. Y varios años antes, el manto de su imagen titular resultó gravemente dañado durante el fuerte aguacero que sorprendía a la procesión bien avanzado el desfile. Había muchas ganas de volver a las calles, de pasear a Jesús Resucitado y a la Virgen de la Encarnación, de mostrar los estrenos que se quedaron sin salir. Y cuando aún queda mucho tiempo para la próxima Semana Santa, desde la archicofradía se anuncia el que será el estreno del año que viene, una bandera que ya se borda en el taller de bordados del Paso Azul y que dirige el artista José López Gimeno.

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