Los refajos volvían a la Procesión de Domingo de Resurrección después de algunos años. Tradicionalmente participaban pequeños ataviados con el traje típico de Lorca. Coros y Danzas devolvía la costumbre al cantar y bailar la ‘Jota Lorquina’ a los pies del ‘Palero’ y de la Encarnación. Lo hacían poco después del encuentro de las dos imágenes en la Plaza de España. Y antes de que el cortejo se encaminara por el arco de la calle Selgas. Jesús Resucitado dejaba por unos instantes la procesión en la Plaza de la Concordia para llegar a las puertas de la iglesia de San Francisco, sede religiosa del Paso Azul y encontrarse con la Dolorosa que le aguardaba junto a todos los estandartes de la cofradía. Los directivos de la Archicofradía de Jesús Resucitado y del Paso Azul se fundían en un abrazo a las puertas del templo.
