La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Semana Santa de Lorca

Con palmas, ramas de olivo y la flor de loto en Lorca

Multitud de blancos dan vida al elegido pueblo hebreo en la procesión del Domingo del Ramos en la que el Paso Azul dio protagonismo a sus grupos egipcios

El trono de San Juan Evangelista a hombros por la carrera principal, anoche. SOLETE SLOW PHOTO

Una palma y un cetro. Dos símbolos en la procesión del Domingo de Ramos lorquino. Dos mundos y un solo universo: la representación histórica de cuanto aconteció antes de ese triunfo cristiano que en Lorca se hará presente la noche definitiva del Viernes Santo. La de anoche fue una procesión de la calle, de la gente. Lorquinos propagando rivalidad en cada esquina, viviendo esa identificación colectiva tan característica de los Desfiles Bíblico Pasionales. Egipto e Israel, dos civilizaciones en la Carrera principal a través de figurantes, bordados y el duelo perenne entre caballerías. Una procesión multitudinaria presidida por la Hermandad de la Curia, Paso Negro, con su imagen titular, la Virgen de la Soledad.

Aunque el Desfile oficial se circunscriba al momento de formación y desarrollo del cortejo -ayer desde las 19.30 horas-, lo cierto es que en Lorca la procesión duró todo el día. La mañana aún estaba desperezándose cuando los primeros hebreos tomaban la calle en los alrededores de la capilla del Rosario. Ímpetu por salir, por sanar el alma, ¡que han sido dos años! ¿Esperar a qué? A mediodía, era difícil encontrar una plaza, una calle, sin gente ataviada con túnica, palma o rama de olivo.

El Pueblo Hebreo escenificando la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. SOLETE SLOW PHOTO

En el eje fronterizo simbólico de la calle Musso Valiente, los esclavos egipcios con sus ojos rasgados y sus faldillas se tomaban un respiro antes de tener que soportar el peso de la Barca Sagrada de Ramsés o la litera de una de sus esposas, Nefertari. Es en ese ambiente preprocesión en el que se diluyen las diferencias que horas más tarde serían insalvables.

La Plaza de España como punto de partida de una procesión que abrió el Paso Encarnado con nazarenos portando palmas en vez de los habituales faroles. Tras la archicofradía rabalera, el Paso Azul y la fuerza del Nilo expresada a través del grupo del Sueño de José, Débora y sus guerreros, los etíopes y el mal, representado en Antíoco IV, el rey seléucida griego-sirio que quiso helenizar con violencia al pueblo israelita dando lugar a una guerra santa. Batallas, enfrentamientos, conquistas... Siglos contados en minutos. Y entre el Egipto azul y el Israel blanco, el Paso Morado con el estandarte del Cristo del Perdón, banda romana y sus nazarenos.

El característico redoble de la banda romana del Paso Blanco promulgó que tocaba cambiar de civilización, que todo el poderío de Ramsés ya había tenido su momento y era el turno de dar entrada a parte de su cortejo romano y al grupo de las Tribus de Israel escenificando varios pasajes del Antiguo Testamento en los que se narran diversos acontecimientos de la historia del pueblo hebreo, que como ‘pueblo elegido’, simboliza a la Iglesia. Y gente, mucha gente. Familias enteras con ganas de desquitarse después de los dos últimos años, de gritar fuerte que este año los hebreos sí salían para representar la entrada de Jesús en Jerusalén. En los palcos, saludos y el tenso juego de intentar localizar a los amigos entre los figurantes. Una marea de blancos que inundó la Carrera principal desde el Óvalo hasta Floridablanca al son del himno del Dios de Israel, aunque no fuera audible en todos los tramos.

El trono de San Juan Evangelista sale a la calle por primera vez tras su restauración

El trono del patrón de la cofradía, San Juan Evangelista, con su peculiar forma de procesionar al son de una coreografía perfectamente trabajada, cerró la procesión blanca del Domingo de Ramos, la segunda de este periplo procesionil sobre el que desde hoy pesa la duda de la lluvia. Ojalá, se quede en duda.

Compartir el artículo

stats