Las cofradías cartageneras tienen muy asumido que han recibido un tesoro y que su misión es conservarlo para el futuro. Por ello, el capítulo de la restauración de imágenes y otros objetos es muy importante, como, por ejemplo, refleja que los marrajos tienen a una restauradora (Ana Sierra) en nómina. En otros casos, se llevan las tallas al centro regional de restauración o se acometen en Cartagena con Macarena Poblaciones, quien ha trabajado durante tres meses en el almacén de tronos del Resucitado con la ‘Aparición de Jesús a María Magdalena’, grupo que creó el escultor Federico Coullaut Valera en 1947. 

Macarena Poblaciones: «Las imágenes de Semana Santa sufren más que las demás debido al movimiento»

«Es la segunda vez que trabajo con estas tallas, pues hace veinte años fue una actuación para volver a colocar un brazo que se partió. Ahora, la labor ha sido más profunda, lo que ha permitido que se recupere la policromía original y que se eliminen los hongos generados por mojarse hace unos años», explica la cartagenera, quien también ha acometido la protección puntual de estratos con peligro de desprendimiento, además de quitar las manchas negras, unificar el color, encolar fallos estructurales, sellar grietas y agujeros, la reintegración volumétrica y cromática y el barnizado final, siendo los brazos y el manto de Jesús, las áreas más complicadas.

Macarena Poblaciones Magro se formó en el centro de restauración de obras de arte de Madrid y después trabajó en Santander (Fundación Botín), Burgos (catedral) y en el taller de Javier Bernal, actual director del centro de Verónicas. «Tengo vena artística, paciencia y me desenvuelvo bien en trabajos manuales, por lo que me decidí por un sector que tiene un gran valor, pues consiste en devolver obras de arte al estado más original posible, pues hay que pensar que han pasado años y que 'el tiempo también pinta'. Mientras trabajas no terminas de apreciar el cambio, pero cuando acabas y ves como llegó a tus manos y como sale, resulta muy gratificante. En parte, es como devolverles la juventud», expresa.

Respecto a las principales anomalías que presentan las tallas, resalta que al salir en procesión «se mueven y sufren más que las demás. Surgen grietas, hongos, agujeros de púas, dedos partidos que se han unido con pegamento, etc.«, explicando que son muy frecuentes los repintados, que se acometen «con pruebas de limpieza al principio y luego eliminándolos muy poco a poco hasta llegar la capa pictórica original«, apuntando que con el apoyo de fotografías se busca ese origen, «aquí no se inventa nada, aquí se recupera».