Cada pueblo considera que su semana santa es muy especial, quizás la mejor. Es normal, pero en ocasiones hay unas que ofrecen unas singularidades muy pronunciadas que las hacen únicas.

Es el caso de Cartagena y fruto de su evolución, pues en sus inicios, allá por el siglo XVI, ofrecía las mismas características que las del resto que por entonces se iban implantando en España. Sin embargo, en la primera mitad del siglo pasado llegó un punto de inflexión. Las procesiones seguían generando el mismo gran fervor que hasta entonces, pero surgió el orden al desfilar, lo que unos atribuyen al espíritu castrense de esta tierra y otros a una medida adoptada para que los entonces hachotes luminosos con cables no sufrieran tirones en marrajos y californios. El caso es que la perfección al andar se expandió y cualquier visitante que las contempla por primera vez queda prendado de esta singularidad. Sin embargo, todavía queda una muestra de aquellos orígenes con el vía crucis que la Cofradía del Cristo del Socorro ofrece en la madrugada del Viernes de Dolores, en lo que es la primera procesión que se celebra en España cada año.

jsolerTrono de la Virgen del Rosario portado a hombros. PEDRO VALEROS

Otras señas de identidad están en los diez días de duración y en la organización de los desfiles, los cuales concluyen con el canto de la Salve Cartagenera. No sucede como en otras tierras en las que parten de diferentes iglesias. Aquí casi todos tienen como epicentro la iglesia de Santa María. También es diferente la estructura organizativa, con cuatro cofradías que abarcan a decenas de agrupaciones, cada una con su propiedad autonomía, pero siempre dentro de la hermandad, siendo las más numerosas las del Nazareno y del Prendimiento, que son identificadas por los apelativos de ‘marrajos’ y ‘californios’ desde hace siglos.

Otro foco está en el patrimonio, tanto en el vestuario y enseres como en la variedad de los tronos, varios de los cuales son llevados a hombros por portapasos (llamados costaleros en otros lares).

Tercio santiaguista californio con las capas cogidas por las manos. Pedro Valeros

Además está la rica imaginería. Este año no se podrá contemplar a cielo abierto, pero la mayor parte sí se puede visitar estos días en las iglesias de Santa María y de Santo Domingo.