La Semana Santa, que está ya a la vuelta de la esquina, pondrá este año a prueba nuestra capacidad para dejar atrás la pandemia. En gran parte de España, tras dos años de restricciones, vuelven las celebraciones multitudinarias. Pero, con ellas, también es el momento de regresar sobre las tradiciones que ni siquiera la covid-19 ha podido frenar. Como las gastronómicas.

Cuando vislumbramos las fiestas de Pascua, es hora de desempolvar el recetario típico de las fechas, un variado rosario de platos que solo tienen una cosa en común: no hay carne. Pero, paradójicamente, la penitencia de la tradición cristiana no está reñida aquí con el placer culinario.

Una de esas recetas tradicionales que no pueden faltar en nuestra mesa son las torrijas. Pan, leche, limón, canela, huevos y aceite son los ingredientes con los que se cocina el dulce más representativo de la Semana Santa. Sin abandonar los postres, encontramos las monas de Pascua, los pestiños y la leche frita, que aunque suele consumirse durante todo el año, gana protagonismo durante estas fechas.

Del dulce al salado con el bacalao como uno de los elegidos, pues tanto los buñuelos de bacalao como el bacalao ajoarriero, al que le acompañan verduras, tomate, ajo y pimientos, no pueden faltar en la mesa. También encontramos las patatas viudas, una receta sencilla pero riquísima cuya clave se encuentra en el punto de cocción, o la sopa de ajo, uno de esos platos de cuchara que aunque clásico y austero, también es sano y nutritivo.

La exclusión de la carne en el menú de Semana Santa nos deja posibilidades gastronómicas como la tortillita de camarones, tradicional de Cádiz y que ha ido ganando popularidad por toda España, y el potaje de vigilia, un plato contundente con garbanzos, bacalao, espinacas y huevo cocido aportará las proteínas que necesitamos.