La ciudad de Lorca vivió el Viernes Santo el día más importante de su Semana Santa. Una cita en la que las calles lucieron colores variados desde bien entrada la mañana y en la que el sol hizo honor al nombre de la ciudad. Turistas y lorquinos se entremezclaban por las iglesias, museos, y terrazas a la espera del gran desfile Bíblico-Pasional de la tarde. De igual forma, cientos de penitentes, portando una sencilla túnica morada, ocultando el rostro y cargados con sus cruces al hombro, acompañaron en procesión a las a las imágenes en trono de andas de San Juan Evangelista, la Inmaculada Virgen de los Dolores y Nuestro Señor Jesús Nazareno del Socorro. Todas las tallas participaron en el Vía Crucis hasta el Calvario, ambientado con un ´rezaor´, que recitaba oraciones transmitidas de generación en generación desde el siglo XVIII.

Ya entrada la tarde, la avenida Juan Carlos I era un hervidero de personas ansiosas por el inicio del desfile. Y bajo la atenta mirada de los asistentes, comenzó a desfilar el cortejo bajo la presidencia del Muy Ilustre Cabildo de Nuestra Señora la Santísima Virgen María de la Amargura (Paso Blanco), la procesión.

El paso Encarnado desfilaba majestuosamente con sus vistosas túnicas bordadas en oros y sedas, mostrando sus estandartes. Una procesión con las imágenes de la cofradía, como la Santísima Virgen de la Soledad, que despertaron gran emoción y multitud de aplausos entre los asistentes.

El paso Morado entró en carrera con profunda ilusión, y es que la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón gana cada año más adeptos, sobre todo entre los más jóvenes de la localidad, que trabajan durante todo el año participando de manera activa en las actividades del paso. Al llegar a la Presidencia, aminoraban el paso para mostrar con maestría el estandarte-guión de la hermandad.

Con pañuelos ondeando al cielo, con gente en pie en los palcos, y miles de gargantas al son de su himno, e l Paso Azul hacía su entrada en la avenida principal. Las banderas, los mayordomos, los nazarenos, las caballerías, las carrozas, los carros, la puesta escena, hermosas mujeres emulando a reinas y esclavas, las veneradas imágenes... En definitiva, mucha historia en vivo, que sólo se puede entender viendo los desfiles. Un Nerón ganándose la antipatía de los presentes, una espectacular litera; la de la bella Cleopatra, portada por esclavos. Jinetes sin montura volteándose, haciendo volar a los caballos y produciendo en los asistentes gran asombro.

El gran estreno Azul, la nueva Caballería Egipcia, lució al máximo alineándose en la Presidencia, para que pudieran ver con gran detalle los asistentes, entre ellos, numerosas autoridades, unas magnánimas obras que impresionaban. La maestría de las puntadas, realizadas por las bordadoras, engañan ópticamente y simulan estar viendo obras de arte, pintadas con una perspectiva sensacional. Y por su puesto, la presencia de la titular del Paso Azul, la Virgen de los Dolores, luciendo adornos magistrales, levantó en pie a todos. Del cielo llovían cientos de pétalos y flores lanzados desde los balcones.

Banderas, faroles y estandartes

La hermandad de la Curia, Paso Negro, también hizo su aparición en el Viernes Santo lorquino, con la participación de mayordomos pertenecientes a la jurisprudencia, con su respectiva bandera, faroles y Estandarte Guión.

Seguidamente, la explosión blanca inundaba la carrera. La bandera era agitada con la misma fuerza que lo hacían los cánticos de la multitud devota de la Virgen de la Amargura. Los carros levantaban la arena de la carrera, veloces mostraban los mantos que desbordan historia y arte.

La corte y sus reinas, como la de Saba, fueron representadas por jóvenes maquilladas y vestidas asumiendo a la perfección sus personajes. El Grupo del Rey Salomón también despertaba gran interés entre el multitudinario público, haciendo su aparición el Caballo del Respeto, el único que lo hace sin jinete. Un equino que representa el momento de entronización del monarca.

Una de las carrozas alegóricas más importantes fue la de La Visión de San Juan, más conocida entre los fieles a la Semana Santa lorquina como La bola. Una infraestructura que este año sorprendió por su gran puesta en escena, con unos demonios muy conseguidos, y tras ella, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.

El paso de trono de San Juan y el de la Verónica, este último portado sólo por mujeres, fueron recibidos con grandes aplausos y devoción contenida. Y por fin, los Blancos rezaron aplaudieron a la llegada de su madre santa, la Virgen de la Amargura, en la única salida que tiene en la Semana Santa Lorquina, y escoltada por Nazarenos Misterios del Rosario.

Los bordados exhibidos el pasado Viernes Santo en la Avenida Juan Carlos I de Lorca, elaborados con maestría, fortalecen y demuestran la petición a que el Arte del Bordado de Lorca y sus puesta en escena en los desfiles Bíblicos Pasionales deben ser declarados como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Récord histórico en la asistencia a las fiestas pasionales

De acuerdo con los datos de la Policía Local, la Semana Santa lorquina de este año se ha convertido en la de mayor afluencia de visitantes en la historia, con un incremento del 10% respecto al pasado año. De este modo, la presencia de ciudadanos en el centro urbano, según días y densidades calculadas en las jornadas más destacadas, a partir del mediodía, han de sido 65.000 asistentes para el Viernes de Dolores, 80.000 para el Domingo de Ramos, 85.000 para el Jueves Santo y 100.000 para el Viernes Santo.

El número total de personas que en estos días han estado en Lorca en los tiempos entre recogidas de banderas, preparativos, formación y desfiles Bíblico Pasionales ha sido un total de 330.000 personas aproximadamente, según fuentes municipales. Así, los acontecimientos seguidos se resumen en Grupos de Rezadores, Traslados de tronos y carrozas, Ensayos de los distintos pasos, Acompañamiento de banderas, Desplazamiento de tronos y carrozas, Visitas a las sedes de los pasos en sus iglesias, Vía crucis, Establecimientos y vías públicas de tránsito peatonal y más de 13.000 plazas de aparcamiento para vehículos habilitadas a su efecto y ocupadas en su totalidad.