Probablemente muchos recuerden cuando en su niñez se quejaban de dolor de piernas y las madres y abuelas les respondían con la consabida frase de: "eso es que estás creciendo". 

Pues tenían razón. Son los llamados dolores de crecimiento. La Sociedad Española de Ortopedia Pediátrica (SEOP) los define como:

  • "Un dolor inespecífico y benigno que sufren los niños en las piernas". 

Generalmente son más habituales en niños de entre 2 y 10 años, especialmente si se trata de niños muy activos fruto del cansancio. 

Aunque su causa no está clara, sí que se relaciona con el crecimiento de los huesos y los músculos. Esto significa que según el niño va cumpliendo años y se acerca a la madurez esquelética, el dolor mejora y finalmente desaparece. 

Los dolores de crecimiento son más habituales en niños de entre 2 y 10 años.

Síntomas de los dolores de crecimiento

Como su propio nombre indica, el dolor en las extremidades inferiores es el síntoma por excelencia.

Y como dicen los expertos de la SEOP, normalmente el dolor se produce después de realizar mucha actividad física, al acostarse, mientras duerme. Incluso puede llegar a despertar al niño durante la noche

  • El dolor afecta principalmente a los músculos, aunque también a veces las articulaciones. 

Como comentan los especialistas, el niño puede quejarse de que “el dolor es tenue o continuo, y podría sentirlo en una o ambas piernas. A veces en el área de las pantorrillas, muslos o detrás de las rodillas”.

Pero también pueden referir dolor en el talón o en la cara anterior de la rodilla. 

En cuanto a la intensidad del dolor, va a variar. Puede aparecer durante varios días seguidos, hasta siete, y luego desaparecer durante semanas. 

Lo que dejan claro los especialistas en ortopedia pediátrica es que los padres no deben preocuparse si su hijo sufre dolores de crecimiento.

  • "El crecimiento y desarrollo de su hijo no se verán afectados por estas dolencias".

¿Cómo se diagnostican los dolores del crecimiento?

La mejor forma de determinar que estamos ante dolores crecimiento es acudir al pediatra, que examinará al niño con el fin de “descartar otras afecciones graves que pudieran tener señales o síntomas similares. Luego, decidirá si es necesario hacer más pruebas”. 

A la hora de acudir a este especialista, desde la SEOP recomiendan tener claro:

  • "La frecuencia con que se presenta el dolor, cómo responde el niño y qué es lo que le alivia. Esto ayudará al médico a efectuar el diagnóstico”.

¿Cómo se tratan estos dolores?

Lo más habitual a la hora de tratar los dolores de crecimiento es seguir las siguientes pautas: 

  • Realizar ejercicios de estiramiento y masaje en el área o músculo afectado.
  • Aplicar calor húmedo, con una ducha caliente, por ejemplo. 
  • Si el dolor es más intenso y con el fin de aliviar al niño, se le puede administrar paracetamol o ibuprofeno.
  • Tranquilizar al niño. Lo mejor es explicarle al pequeño que no pasa nada y no darle mucha importancia.

Si el dolor es permanente, agudo o va acompañado de inflamación, hay que acudir al pediatra.

Cuándo preocuparse

Como ya hemos visto se trata de unos dolores benignos. Aun así, desde la SEOP enumeran una sería de síntomas que pueden indicarnos que estamos ante un dolor completamente distinto al del crecimiento y que requiere una visita al pediatra. 

Entre estos signos de alarma se encuentran: 

  • Si el dolor es permanente o demasiado agudo. 
  • Si el dolor viene acompañado de hinchazón o enrojecimiento en una zona o articulación.
  • Fiebre superior a 39,0° C.
  • Si el niño cojea, no puede caminar o le resulta complicado apoyar los pies en el suelo.