Ha llegado el día en que la mayoría de las urbanizaciones abren su piscina, y entre las ganas después de tatos meses y el calor que vamos a sufrir con la llegada de Alex, muchas comunidades de vecinos verán como este día de apertura de la temporada de piscinas habrá llenazo para nadar, darse un chapuzón...

Y es que, aunque en mayo ya vivimos un episodio extremadamente cálido, y el sábado 21 de mayo fue el día más caluroso (para un mes de mayo) desde que hay registros, al menos desde 1950, estos días apuntan a ser todavía peores.

Por eso la piscina se convierte en una fantástica opción para evitar los riesgos que las altas temperaturas tienen sobre nuestra salud. Y como muchas zonas de España van a superar los 35ºC y algunas hasta los 40ºC, el agua fresquita es un refugio recomendado por cualquier médico, pero con precaución.

Porque hacer tonterías en la piscina y no tomar las precauciones necesarias, se paga.

Los accidentes más comunes en piscinas

Durante el verano, las piscinas son el lugar donde sobre todo los niños pasan más tiempo. Pero aunque estén vigiladas por profesionales del socorrismo, no es un escenario exento de riesgo. Y los accidentes más comunes son los siguientes:

  • Ahogamientos.
  • Traumatismos.
  • Cortes de digestión.
  • Quemaduras por el sol.
  • Problemas dermatológicos por el cloro.

Fracturas, sobre todo de vertebras

Desde la Sociedad Madrileña de Medicina General (SEMG) nos dan las claves para pasar una temporada estival tranquila y sin ningún susto.

Las lesiones traumáticas, ya sea por resbalones, golpes, o caídas, son los accidentes más frecuentes en las piscinas. 

Y algunas pueden ser tan graves como las facturas vertebrales.

  • "Hay que hacer especial hincapié en este accidente, porque las fracturas vertebrales como consecuencia de la zambullida desde gran altura o en zonas poco profundas es muy grave. Tanto que el 6% de las lesiones medulares en nuestro país tienen este origen”.
  • "Los saltos de cabeza causan más del 70% de todas las lesiones medulares relacionadas con actividades deportivas y recreativas”.

Otras menos graves, pero que nos pueden estropear las vacaciones, como las fracturas, se previenen si evitamos jugar alrededor de la piscina y si la comunidad ha decidido instalar bandas antideslizantes para salvaguardar las zonas más resbaladizas. 

Accidentes por inmersión

El otro punto son los accidentes por inmersión, que cada año causan en España entre 70 y 150 muertes solo en niños.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge que el ahogamiento supone el 13% de las principales causas de mortalidad infantil, lo que lo convierte en la segunda causa de muerte tras los accidentes de tráfico.

Y el riesgo, si no estamos atentos, puede ser tan importante como lo que dice esta importante advertencia:

  • Según detalla la Asociación Española de Pediatría (AEP), “dos centímetros de agua en el fondo de un cubo, bañera, piscina portátil, etcétera y menos de dos minutos son suficiente para que un bebé pueda ahogarse”.

Así, es esencial:

  • Vigilar a los menores (y sobre todo si no saben nadar) en todo momento mientras están en el agua o cerca de la piscina.
  • Promover el aprendizaje con clases de natación “desde el primer año de vida” para disminuir las tasas de ahogamientos. 
  • Los niños que no sepan nadar deben llevar siempre puesto un chaleco salvavidas. “Los flotadores hinchables y manguitos generan una sensación de falsa seguridad y no se consideran dispositivos seguros”.
  • En adolescentes los ahogamientos ocurren con más frecuencia en lagos, ríos y mar, y el 25% de los casos había consumido alcohol.

Los niños que no sepan nadar deben llevar en todo momento chalecos salvavidas y no flotadores ni manguitos Freepik

Corte de digestión: Lo más escuchado durante el verano

El término médico es hidrocución, aunque popularmente lo conocemos como corte de digestión.

Se trata de un estado de shock por el contacto brusco de la piel y las vías respiratorias con el agua fría. Aunque no solo puede ocurrir por bañarse inmediatamente después de una comida, como explica la SEMG.

  • “Se produce como consecuencia de bañarse durante el periodo de digestión, pero también con la exposición prolongada al sol antes del baño, o tras un esfuerzo físico intenso, tras una

sudoración excesiva y también cuando se recibe un golpe en el plexo solar (tras una caída desde un barco o desde una altura al agua)”

  • Es importante también hacer comidas ligeras.
  • No te tires de cabeza. Es recomendable ir acostumbrando al cuerpo a la temperatura poco a poco para evitar un corte de digestión por el cambio brusco de temperatura (durante la digestión, la sangre se concentra en el estómago).
  • Las personas mayores o con enfermedades cardiovasculares son las más propensas a los cortes de digestión, y eso podría traducirse en una parada cardiorrespiratoria.

Infecciones de bacterias y hongos

Como especifica la Sociedad Madrileña de Medicina General, las piscinas pueden convertirse en un espacio idóneo para la transmisión de determinadas infecciones.

  • Bacterias. La otitis es una de las más comunes.

Los chapuzones, unidos al calor, “incrementan el riesgo de padecer otitis del nadador”. Y los menores, son los más vulnerables.

“Los niños tienen los conductos del oído más pequeños, lo que facilita en ocasiones la retención del agua”, cuenta el doctor Manuel Manrique, director del Departamento de Otorrinolaringología de la Clínica Universitaria de Navarra.

También aumentan los casos de conjuntivitis y gastroenteritis.

  • Hongos. Las piscinas (más bien en sus alrededores) suelen ser un caldo de cultivo de hongos, ya sea el pie de atleta (el más frecuente) o la tinea pedis, la pitiriasis versicolor, la tinea ungueal y otros tipos de onicomicosis y tinea corporis.

Lo más importante es llevar siempre chanclas, tanto en las duchas como en las proximidades de la piscina, y no compartir toallas. Menos aún si están húmedas).

  • Otras infecciones, favorecidas sobre todo por las contaminación química debida al mal funcionamiento de la depuración.

Otros consejos

  • Ducha antes y después de entrar al agua. Evitar cambiar los pañales de los bebés en los alrededores de la piscina y priorizar el uso de tapones y gafas en personas con mucosas sensibles o inmunodeprimidas.
  • Protección solar, una hora antes de ir a la piscina, con SPF50. Reaplicar después de cada baño.
  • Evitar que los menores de 4 años permanezcan mucho tiempo en la piscina (menos de 30 minutos).
  • Salir inmediatamente en caso de sensación de frío o labios de color morado (aunque este sea leve).
  • Prevenir las acciones de riesgo en los niños y adolescentes y los juegos dentro del agua que pudieran acarrear cualquier tipo de riesgo.