Si convivimos con algún mayor en casa, no es raro que tome furosemida, un diurético que posee varias aplicaciones y que se suele recetar cuando se tiene la tensión muy alta o si se nos hinchan los pies por los líquidos.

Existen reacciones no deseadas y con este medicamento el principal efecto secundario lo van a presentar casi todas las personas que lo toman, aunque no sabemos bien si habría que calificarlo como tal.

Vamos a ir mucho a orinar

El efecto secundario principal es el aumento de la micción, que puede ser más o menos acusada dependiendo de la dosis que nos ponga el médico.

Este problema en realidad no lo es, ya que esa es la manera en la que vamos a eliminar el líquido que nos sobra, a través de la orina. Además, con ella se va el sodio, que es malísimo para la hipertensión.

No vamos a pasarnos el día en el servicio, pero sí que nos daremos cuenta de que iremos alguna vez más y que las micciones serán más abundantes, algo de lo que no debemos preocuparnos en absoluto.

En el caso de que esto afecte a nuestra calidad de vida, podemos hablar con el médico para reducir la dosis o cambiarla con el fin de ir al baño a unas horas en la que no nos cree problemas.

Pérdida de sales minerales y deshidratación

Más grave es la pérdida de sales minerales, ya que, aunque la furosemida se toma para eliminar el sodio, dejar los niveles muy bajos es perjudicial y lo mismo ocurre con el potasio, otro mineral que se excreta con la orina.

Una bajada brusca de cualquiera de ellos puede llevarnos al hospital, de manera que hay que tener cuidado con eso, aunque será el médico el que calcule las dosis adecuadas con el fin de que no nos pase esto.

También hay que pensar en la deshidratación, pero aquí la prevención es muy sencilla, pues solo hay que aumentar la ingesta de agua, la cual nos ayudará a eliminar los líquidos que nos sobran si los estamos acumulando.