Como cada 365 días se acerca el final del año, es hora de echar la vista atrás y, como si de otra tradición navideña más se tratase, volver a plantear los famosos propósitos navideños.

Los hay de todos los tipos, pero entre los más comunes se encuentran dejar de fumar, comer sano, beber menos alcohol o estar más en forma. Todos ellos buscan un giro radical a nuestros hábitos, pero en la mayoría de las ocasiones, resultan demasiado ambiciosos y no llegan a cumplirse.

Sin embargo, existen otra serie de 'micropropósitos' que nunca llegamos a plantearnos y que, de ponerlos en marcha, supondrían un gran beneficio en nuestra salud. Cigna nos propone algunos de ellos para que empecemos 2018 cumpliendo, este año sí, aquello que nos propongamos:

1.- Reír hasta en los peores momentos. La Fundación Española del Corazón afirma que la risa mejora la mente y ayuda a prevenir enfermedades cardíacas al servir como vaso dilatador del sistema cardiovascular. Esto sin contar que, gracias a la liberación de serotonina y endorfinas, reduce el estrés, resulta un analgésico natural para los dolores, disminuye la sensación de nerviosismo y, en definitiva, mejora la calidad de vida.

2.- Socializar más. La Universidad de Brigham Young (EE.UU)determinó que la falta de relaciones interpersonales equivale a fumar más de 15 cigarros al día o tomar seis vasos alcohol diarios. Es más, según este estudio, las relaciones sociales tienen mayor impacto sobre la mortalidad prematura que exponerse a la contaminación ambiental o la obesidad.

3.- Escuchar más música. La musicoterapia se sitúa dentro de la medicina recuperativa como control del estrés, problemas de socialización y trastornos físicos, mentales y emocionales. De hecho, existen piezas terapéuticas contra el insomnio, la hipertensión, la depresión, la ansiedad, el dolor de cabeza o las dolencias de estómago. Si se acompaña bailando y cantando, el beneficio será tanto emocional como físico, ya que se combinará el esfuerzo muscular con la descarga de tensiones y liberación de endorfinas.

4.- Dejar el perfeccionismo a un lado. El cortisol, hormona del estrés, está directamente relacionada con exigirse demasiado. Esto provoca frustración y, a la larga, afecta al estado de ánimo, pudiendo desembocar en depresiones. Para no caer en esta tentación hay que tener siempre una mente positiva frente a las equivocaciones y pensar que de los errores siempre se saca algún tipo de aprendizaje.

5.- Planificar más. Quien no planifica no consigue su objetivo. Por ello, lo primero que hay que hacer al final de cada jornada es escribir en un documento todas las tareas a realizar al día siguiente, de la más a la menos importante junto al tiempo estimado que se tardará en realizar cada una de ellas, tanto en lo que respecta al trabajo como al tiempo de ocio y familiar. El resultado en un solo día se traducirá en una disminución del estrés y un aumento de la calidad del sueño.

6.- Demostrar más los sentimientos. Se denomina 'ventilación emocional' y consiste en disminuir al máximo la opresión en el pecho que provoca no expresar opiniones o sentimientos. Los expertos aseguran que el hecho de 'guardarse' las cosas repercute directamente en una merma de la salud. La solución no estará en decir lo que se piensa en cada momento, sino en buscar personas de confianza con las que desahogarse.

7.- Levantarse cada media hora de la silla de la oficina. Según investigaciones de la Universidad de Columbia, el deterioro de la salud se produce a consecuencia de dos efectos acumulativos: por un lado, la cantidad de tiempo que pasamos sentados a diario y, por otro, la falta de actividad física. Según el estudio de esta institución, el metabolismo de una persona cambia cuando permanece más de media hora sentada, por lo que lo más adecuado será levantarse cada media hora para disminuir el impacto negativo del sedentarismo sobre la salud.