­Ulea es un municipio de contrastes donde el verde de la fértil vega del Segura se funde con el paisaje seco y abrupto de las sierras. La ubicación privilegiada de esta localidad en la margen izquierda del río ha atraído al hombre desde tiempos remotos, de forma que íberos y romanos ya la habitaron, aunque fue bajo el dominio árabe cuando la población adquirió la fisonomía que ha mantenido hasta ahora. Como el resto de sus vecinos del Valle de Ricote, tras la Reconquista perteneció a la Orden de Santiago, hasta mediados del siglo XIX. La herencia musulmana, común a todas las localidad de la comarca, se manifiesta en el trazado de sus calles angostas y escalonadas, donde se respira una tranquilidad que permite disfrutar con toda plenitud de los bellos rincones de la localidad. Ese viejo entramado urbano se conjuga hoy con modernas avenidas construidas en terrenos arrebatados a la huerta.

En el casco urbano de Ulea se levantan edificios de singular interés para el viajero deseoso de empaparse en la historia. La iglesia de San Bartolomé, patrón de la villa, merece una visita sin prisas que permita la observación de su artesonado mudéjar del siglo XVI. Se trata de un templo construido sobre una antigua mezquita en la parte más alta del pueblo, en concreto en la plaza de la Constitución. Es el fruto de una lenta evolución arquitectónica en el tiempo, aunque las reformas a que fue sometido el monumento fueron respetando sus antiguas estructuras.

La capilla de la Cruz

La parroquia actual es de una sola nave, con cabecera recta, coro a los pies, capillas laterales, cubierta a dos aguas y torre. Cabe destacar la capilla de la Santa Cruz, en el lateral norte, parcialmente excavada en la roca y con cubierta inclinada. El Lignum Crucis que se conserva en una cruz custodia en este templo es bañado cada 3 de mayo en un templete octogonal levantado a tal efecto sobre una acequia.

La iglesia comparte la plaza con la Casa del Cura, un pintoresco edificio de principios del siglo XX en el que algunos ven el estilo de la escuela de Eiffel. Esta construcción fue levantada para ser usada como vivienda familiar por encargo de José Ríos Carrillo. La tradición popular cuenta que en un principio se la conocía como Casa París porque su propietario, un vecino de Ulea que exportaba frutas, conoció a Eiffel en uno de sus frecuentes viajes a Francia. Según esta versión, el ingeniero francés visitó en alguna ocasión el balneario de Archena, lo que propició su amistad con el uleano y motivó que él mismo o algún alumno de su escuela proyectaran el edificio. La casa, restaurada en 1985, cuenta con dos castilletes o torreones a modo de almenas, que enmarcan la fachada principal, tienen la forma de troncos de pirámide cuadrangular y están rematados por agujas de chapa de zinc.

Vistas del Salto de la Novia

En las afueras de la localidad, se encuentra un edificio de diseño árabe denominado el Gurugú, desde el cual se observa una panorámica del pueblo, el Segura y el parque de la Marquesa. También se puede subir a la sierra, donde se erige un monumento al Corazón de Jesús, con su mirador. Cerca de él están los restos del castillo medieval y el hueco de un antiguo depósito de aguas denominado la Pila de la Reina Mora. Desde allí se puede contemplar una bella postal del Valle que incluye el pueblo de Ojós, el Salto de la Novia y los restos de un complejo tardorromano.

En cuanto a la gastronomía, la excelente cocina del Valle de Ricote presenta en Ulea singularidades como las morcillas de guerra y una repostería que seduce con cañas de hojaldre rellenas y nuégados.

El Gurugú Capricho de un militar

El Gurugú, una construcción con forma de minarete árabe, es otro ejemplo de la sorprendente arquitectura del municipio de Ulea. El edificio fue mandado construir a finales del siglo XIX por Antonio Tomás Sandoval, un militar uleano que estuvo destinado en Tetuán y otras plazas del norte de África. El edificio está formado por un recinto con una torreta cuadrangular, con almenas, y una cubierta de bóveda de media naranja. Otra de sus características es que consta de ventanas en cada punto cardinal desde las que se divisan los amplios horizontes del entorno. Hoy, esta singular edificación hace las veces de escuela-taller.