­Lorca no va a olvidar 2011, un año en el que la naturaleza mostró su poder con un terremoto que dejó muerte y desolación en la localidad murciana. El 11 de mayo, a la hora del café, los vecinos de Lorca se asustaron al sentir un terremoto y salieron a la calle para tentarse las ropas y comprobar que estaban bien. Casi dos horas después, cuando comentaban lo ocurrido con los vecinos, con otros padres que recogían a los niños en el colegio o con los compañeros de trabajo, la tierra se volvió a mover, esta vez con más fuerza. Y además se pudo ver en directo por televisión.

Los periodistas desplazados a Lorca para cubrir el primer movimiento grababan imágenes de grietas en los edificios y a vecinos contando cómo lo habían sentido, cuando fueron testigos en persona de un nuevo terremoto.

El subsuelo volvió a temblar y aunque el seísmo fue de 5,1 grados de la escala Richter -magnitud moderada- mostró mucha fuerza, porque el punto donde se originó, estaba a solo 3 kilómetros debajo de Lorca. La energía desprendida provocó la muerte de nueve personas, hirió a casi 300 y provocó daños en miles de edificios de todas las épocas, desde iglesias con siglos de vida a viviendas recién construidas, y la desaparición de un barrio entero, La Viña, donde vivían 6.000 personas.

Se calcula que un 80% de las viviendas resultaron dañadas, teniendo algunas que ser demolidas en los meses posteriores. A principios de septiembre, acabado el plazo establecido en el Real Decreto Ley para derribar viviendas en ruina, el número de viviendas demolidas fue de 1.164, además de 45 naves y un número indeterminado de otras construcciones.A pesar del alto número de viviendas afectadas es de destacar que solo un edificio colapsó durante el terremoto.

En edificios públicos se vieron afectados, en mayor o menor medida, los edificios educativos y sanitarios. En edificios educativos, fue demolido el Instituto Ros Giner debido a los daños estructurales y construido en el año 1972 y el IES Ramón Arcas Meca. Otros edificios públicos quedaron afectados como el Conservatorio de Música Narciso Yepes, la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía y la casa cuartel de la Guardia Civil, que también fue demolida debido a la gravedad de los daños.

Fueron cinco segundos que cambiaron la vida de 92.000 vecinos de una ciudad emprendedora. Muchos de ellos inmigrantes que, a falta de amigos o familia, se vieron obligados a vivir en un gigantesco campamento montado por el Ejército a las afueras de la ciudad. Los lorquinos viven, un año después, el día a día en un lento proceso de reconstrucción.