Monte Saint-Michel o Monte San Miguel (en francés le mont Saint-Michel), es una pequeña isla rocosa del estuario del río Couesnon, situada en la región de Normandía, en el noroeste de Francia. Debe su nombre a la abadía consagrada al culto del arcángel san Miguel y cuyo nombre en latín durante la Edad Media era Mons Sancti Michaeli in Periculo Mari. Esta isla es igualmente el centro natural, a falta de ser el centro geográfico, del pueblo de Monte Saint-Michel, perteneciente al cantón de Pontorson, en el departamento francés de Mancha.

Las mareas espectaculares de la bahía (hasta 14,5 metros de altura, dos veces al día) contribuyeron mucho a hacer del monte una fortaleza inexpugnable. Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder a la abadía en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la roca.

La arquitectura prodigiosa del monte Saint-Michel y su bahía lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandía y uno de los primeros de Francia, con unos 3,2 millones de visitantes cada año. Una estatua de san Miguel Arcángel colocada en la cumbre de la iglesia abacial se erige a 170 metros por encima de la orilla. Los numerosos edificios del lugar están individualmente clasificados como monumentos históricos o inscritos en el inventario suplementario de los monumentos históricos. El conjunto está declarado como un gran sitio de Francia (grand site de France). Declarado monumento histórico en 1111, el monte Saint-Michel figura desde 1979 en la lista del patrimonio de la humanidad de la Unesco, en cuya declaración están incluidos también la bahía y el antiguo molino de Moidrey, situado a unos cuatro kilómetros tierra adentro.

Ya desde el siglo XIX, los escritores y pintores románticos llegaron a la montaña por su encanto único y pintorescas cualidades, como Guy de Maupassant. Al final del siglo, varios hoteles se establecieron en el Monte. En la segunda mitad del siglo XX, se transformó en un lugar de visita a nivel mundial, lo que ha hecho de la pequeña ciudad normanda uno de los destinos turísticos más importantes de Francia. En la actualidad hay tres millones de visitantes anuales, sólo un tercio va a la abadía. El tiempo medio de visita es de dos a tres horas y hay hasta 20 000 visitantes por día durante el verano.