El Acueducto de Segovia es, sin ninguna duda, una de las referencias arqueológicas más conocidas de nuestro país. También a escala internacional y, desde luego, es el símbolo por antonomasia de la capital segoviana. Se trata de la obra de ingeniería civil romana más importante de España y uno de los monumentos más significativos y mejor conservados de los que dejaron los romanos en la península Ibérica.

Formado por 2 filas de arcadas superpuestas, apoyadas en 128 pilares, el Acueducto alcanza su máxima altura a 28,50 metros del suelo. Por arriba, el canal, que en su origen medía 30 por 30 centímetros, transportaba el agua a la ciudad.

Por iniciativa de los Reyes Católicos se restauró después de 1484 y se ha mantenido y utilizado desde entonces. Entre 1929 y 1930, el conducto de piedra del siglo XVI, que había sustituido al de madera, fue cambiado por un canal de cemento.

Las recientes excavaciones arqueológicas, realizadas a los pies del monumento durante su última restauración, han aportado datos que apuntan una fecha en torno a comienzos del siglo II d.C. Más concretamente, durante la época final del gobierno de Trajano, 117 d.C. y principios de Adriano, 117 d.C. hasta el 138 d.C.

Sea como fuere, la construcción del acueducto implicó la creación de una obra urbana que se integra en su marco natural adaptándose rítmicamente al terreno, y que confiere al paisaje urbano una grandiosidad y monumentalidad indescriptibles. Su misión era la de procurar el abastecimiento de agua a la población de Segovia desde el río Frío, al pie de la Sierra de Guadarrama. Todavía hoy es perceptible su recorrido desde la captación de aguas hasta la ciudad, con las reformas que 20 siglos de uso continuado hicieron necesarias.

El tramo urbano de esta colosal obra de ingeniería es conocido por la gran construcción que salva la diferencia de cota a la entrada de la ciudad, con una arquería de 760 metros de longitud que, en su sector más elevado, consta de dos cuerpos de grandes arcadas de sillares de granito sobre las que discurre la conducción de agua. Está dividido en tres grandes tramos: desde el inicio hasta la actual obra elevada, el canal transcurría quizá a cielo abierto. El segundo tramo es el formado por la obra aérea, mampostería o bien arcos, que llega a alcanzar una altura máxima de 28,10 m. En el tercer tramo vuelve a enterrarse, ya bajo las calles del casco amurallado.