¿Sabías que...?

En el humo de un cigarro hay más de 4.000 sustancias químicas. La sustancia principal es la nicotina, que es la que produce la adicción. También hay monóxido de carbono, como en los gases que salen por el tubo de escape de los coches. Pero además, el humo del tabaco contiene decenas de sustancias que pueden causar cáncer, como alquitrán, arsénico, benceno, cadmio, polonio-210, etc. El tabaco proviene de las hojas de la planta de origen americano ‘Nicotiana tabacum’.

La combustión del tabaco y la respiración del humo

El tabaco se puede consumir de varias formas, pero la principal es ‘fumando’, es decir, inhalando el humo que se produce al quemarse el tabaco. Cuando algo se quema decimos que hay un proceso de ‘combustión’. En una combustión, el carbono del material combustible (por ejemplo, la madera) se junta con el oxígeno del aire y se produce dióxido de carbono (es decir, CO2, también llamado anhídrido carbónico). Pero a veces el combustible no se quema totalmente y entonces lo que se produce es monóxido de carbono (CO) y restos de partículas que forman el llamado ‘hollín’ (ese polvo negro y graso que se queda pegado, por ejemplo, a la pared del horno o de una chimenea). Cuando esto ocurre se dice que hay una ‘combustión incompleta’. Precisamente la combustión del tabaco de un cigarro es una combustión incompleta, que produce un hollín con miles de restos de sustancias muy perjudiciales para la salud.

Al fumar se respira el humo de la combustión del tabaco. ¿Qué significa esto? Pues que además de aire con oxígeno, se introducen en los pulmones todas las sustancias del humo. También ocurre en los ‘fumadores pasivos’. Los pulmones son unos órganos esponjosos que se llenan de aire al inspirar y se vacían al espirar. Su función es producir el intercambio gaseoso con la sangre, es decir: proporcionar el oxígeno que pasa a la sangre y retirar de ella el dióxido de carbono que luego expulsamos fuera. Esto se produce en los ‘alveolos’, que son pequeñas bolsitas, rodeadas de capilares sanguíneos, en las que terminan las ramificaciones de los bronquios y bronquiolos de los pulmones. Las partículas del humo del tabaco, como las de alquitrán, se depositan en las paredes de los alveolos pulmonares y acaban obstruyendo la respiración.

El experimento: una máquina de fumar

Materiales: Botella de refresco de 1.5 L, algodón y cigarrillos de tabaco.

El experimento hay que realizarlo con un adulto.

Hacemos la máquina de fumar

Con la punta de unas tijeras perforamos el tapón de la botella. Hacemos un agujero que sea del diámetro de un cigarro. Colocamos un trozo de algodón dentro del tapón, por su parte de abajo. Introducimos la boquilla del cigarro en el agujero del tapón. Hacemos un agujero en la parte inferior de la botella. Tapamos el agujero con un dedo o con cinta aislante. Llenamos la botella de agua y enroscamos el tapón. Encendemos el cigarro mientras destapamos el agujero. Al salir el chorrito de agua por el agujero, la botella se irá vaciando y succionará el aire de fuera, es decir: ¡la botella fumará! Veremos que conforme se vacía de agua la botella se va llenando de humo. Cuando el cigarro se acabe, destapamos el tapón y comprobamos el aspecto del algodón. Veremos que está oscuro y con algunas partículas pegadas (que son de alquitrán).