La introducción de la Inteligencia Emocional en la educación tradicional es una innovación educativa que responde a una serie de necesidades que no aparecen en los campos académicos tradicionales.

Aquello de «la letra con sangre entra», frase con la que estudiaron muchas generaciones del pasado, ha quedado definitivamente obsoleto. Hoy en día, la neurología ha revelado que la agresividad genera más de lo mismo y que el cerebro humano, además de su parte racional (llamada neocórtex), tiene otra igual o más importante, la amígdala, que está especializada en las emociones dentro de nuestro cerebro. En la amígdala quedan almacenados, de manera inconsciente, los recuerdos de los sentimientos de nuestros primeros años de vida.

Los científicos en primera instancia y los educadores en la actualidad, han llegado a la conclusión de que aprender a gestionar esos sentimientos que todos poseemos de manera inconsciente es tan, tan importante como conocer las letras y los números.

La Inteligencia Emocional aporta a la educación, en definitiva, un complemento que favorece el desarrollo integral de niños y adolescentes.

Por otro lado, el desarrollo de la Inteligencia Emocional ayuda al niño a ejercitar hasta convertir en un hábito las habilidades básicas de comprensión, escucha, expresión y gestión de sus emociones, así como a tomar decisiones, resolver conflictos y a vivir de forma más colaborativa y creativa.

De hecho, tal y como comentaba en un artículo Elsa Punset, a medida que las personas comprendemos los mecanismos mentales que nos controlan, recuperamos la posibilidad de gestionar nuestras vidas con mayor libertad y mayor conciencia.

Iniciativas en marcha

Canarias fue la primera comunidad en atreverse. Desde 2014, los alumnos de primero a cuarto de primaria, de seis a nueve años, tienen 90 minutos semanales de educación emocional en la escuela. Una asignatura obligatoria que les enseña a identificar sus estados de ánimo en un horario arañado a las clases de Matemáticas y Lengua, algo que al principio sublevó al profesorado.

Ya tienen algún resultado: «Ha cambiado el clima del aula, ahora se lo piensan mucho antes de insultar a un compañero o juzgarle. Han perdido el miedo a decir que se sienten tristes, y buscan soluciones», cuenta Mónica Viña, directora del colegio público La Laguna, en la isla de La Palma.

Por un lado existen las iniciativas privadas que ya vienen trabajando estos programas durante los últimos años.

La pedagogía Waldorf, por ejemplo, promueve un tipo de educación diferente donde se da una especial relevancia a la educación en valores y al contacto con la naturaleza y la familia.

El colegio Ramón y Cajal en Madrid ya lleva unos años desarrollando un programa pionero en Inteligencia Emocional, al igual que el colegio San Patricio (de Madrid también), que ha puesto en marcha un proyecto de desarrollo de la Inteligencia Emocional para responder a la pregunta '¿Por qué hay personas que se adaptan mejor que otras a las diferentes contingencias de la vida?'. La respuesta fue encontrada en la habilidad para entender emociones, discriminar entre ellas y usar esa información para guiar el pensamiento y las posteriores acciones.

En este colegio, se implicó al profesorado en procesos de 'coaching' colectivo y formación en 'coaching' para que los docentes ejerzan como 'coaches' con sus alumnos. Al principio pueden surgir resistencias, pero los que prueban este tipo de procesos comprueban que su tarea es más satisfactoria porque los niños están más motivados y menos dispersos.

Asignatura en aprendizaje emocional

En la escuela pública se van dando pasos, aunque aún queda mucho camino por recorrer. La comunidad que, de momento, está haciendo algo al respecto desde sus competencias en educación es Canarias. Allí, los centros de educación pública imparten la asignatura 'Educación Emocional y para la Creatividad' (EMOCREA) en Primaria. La idea de este proyecto es articular los aspectos emocionales y creativos con los contenidos curriculares como parte de un proceso que pretende garantizar una educación integral en el alumnado. También se busca erradicar frases como 'de esto no se habla' o 'los hombres no lloran', así como dejar de reproducir modelos pedagógicos anacrónicos que no están a la par de lo que niños y adolescentes necesitan en la sociedad actual.

Fundamentalmente, este modelo propone alcanzar mayores cuotas de bienestar personal y generar un sistema de pensamiento crítico que proporcione herramientas para tomar decisiones adecuadas según su desarrollo psicoevolutivo, lo que se traduce en un aumento de la confianza y un mejor aprendizaje.

En la Comunidad Valenciana, la asociación 'Desata Tu Potencial', ha propuesto a los organismos públicos introducir su programa de 14 módulos en los colegios. Por otro lado, algunos centros públicos y privados de la Comunidad y de la provincia de Alicante están aceptando de buen grado la aportación voluntaria de formación a sus alumnos y ceden a la asociación algunas de sus horas de tutoría para que imparta sus programas de Inteligencia Emocional.