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Cada martes, me encuentro en un cuento

La cigarra y la hormiga: Responsabilidad y equilibrio con el disfrute

Los maestros pueden usar esta fábula para enseñar a planificar. Por ejemplo, repartir el tiempo: un rato de estudio, un rato de juego

Illustration sobre la fábula de 'La cigarra y la hormiga'

Illustration sobre la fábula de 'La cigarra y la hormiga' / L.O.

Esther Murcia Gomicia

Esther Murcia Gomicia

La fábula de la cigarra y la hormiga cuenta cómo, durante el verano, mientras la hormiga trabaja sin descanso guardando comida para el invierno, la cigarra canta y disfruta del momento sin preocuparse por el futuro. Cuando llega el frío, la hormiga está preparada, pero la cigarra sufre las consecuencias de no haber trabajado.

Si lo llevamos a la vida escolar, este cuento aparece en situaciones muy concretas. Pensemos en los estudiantes que postergan sus tareas porque prefieren jugar en el recreo o mirar videos en casa. Mientras tanto, otros compañeros, como la hormiga, cumplen con sus deberes a tiempo. El resultado se ve en los exámenes, los proyectos y, sobre todo, en la tranquilidad que cada uno experimenta: el que se preparó siente seguridad, el que no, siente preocupación. Sin embargo, la enseñanza no es que el disfrute esté mal, sino que debe existir un equilibrio.

La hormiga y la cigarra representan dos fuerzas opuestas pero necesarias en la vida. La hormiga encarna el trabajador responsable, que garantiza la seguridad y la estabilidad. La cigarra, en cambio, simboliza el niño eterno, que vive el presente con alegría y creatividad. El problema no está en uno u otro, sino en los extremos. Solo trabajando sin disfrutar, la vida se vuelve rígida y sin sentido; solo disfrutando sin responsabilidad, la vida se vuelve frágil e inestable.

Emocionalmente, este cuento invita a los niños a reconocer la importancia del esfuerzo y de la organización. Un alumno que se prepara todos los días, aunque sea un poco, siente confianza cuando llega la hora de un examen. En cambio, el que no lo hace puede vivir ansiedad y frustración. Pero también es cierto que el exceso de trabajo sin momentos de juego y descanso puede generar estrés. Por eso, el equilibrio es clave para una autoestima sana: cumplir con nuestras responsabilidades y, al mismo tiempo, permitirnos disfrutar y celebrar.

En la vida escolar, los maestros pueden usar esta fábula para enseñar a planificar. Por ejemplo, repartir el tiempo: un rato de estudio, un rato de juego. También sirve para reforzar el valor de la disciplina: no esperar al último día para hacer un proyecto, sino avanzar poco a poco, como la hormiga, para luego tener tiempo libre y disfrutar con tranquilidad.

La lección final es clara: la responsabilidad nos da seguridad, pero la alegría nos da motivación. La verdadera autoestima se construye cuando aprendemos a ser responsables de lo que hacemos, sin dejar de disfrutar la vida. Porque estudiar y trabajar duro nos prepara, pero cantar y reír nos recuerda por qué vale la pena vivir.

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